Profesor

La de frente la pueden recortar de este mismo periódico, justamente a la izquierda de las presentes líneas. La de perfil se la podemos enviar nosotros mismos a la dirección que nos indiquen. Para la ficha, digo.

Pues, como todo el mundo sabe, para la que se les abre a los delincuentes se necesitan las dos fotografías. Y no quepa a nadie duda de que merecemos tal calificativo. Si el centrado, afable y respetuoso señor presidente del Gobierno español, José María Aznar, llama al líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras lindezas propias de su mesura, "compañero de viaje de "Sadam Hussein", ¿cómo podrá calificarnos a los millones de ciudadanos que, sin ningún título especial, nos permitimos poner en entredicho la política del Ejecutivo central respecto a la crisis de Irak? De tontos útiles no creo que nos tilde, pues aunque lo primero pudiera ser acertado, lo segundo, a la vista de cómo transcurren los acontecimientos, sería de idoneidad más bien dudosa. De estar manipulados por los comunistas, tampoco. Somos demasiados millones para tan pocos.

Eso sólo sucedía en tiempos del invicto o, ahora, en el caso de los ingenuos socialistas, cuyo partido, pese a contar con más de cien diputados, navega a merced de los ocho astutos izquierdistas que, refugiados en la parte alta del hemiciclo, son los que de verdad les marcan el rumbo. ¿Del asesinato de Prim? De eso hace ya tanto tiempo como para que casi estemos libres de sospechas...

Pero no nos engañemos: nada de ello nos convierte en inocentes. Admitamos que, como dijo el portavoz de Convergencia I Unió en el parlamento, muchos de nosotros, efectivamente, hemos estado siempre detrás de alguna pancarta. De eso sí pueden acusarnos: De que hace muchos años, cuando quienes ahora nos meten en la guerra sacaban sin que se les deshiciera el tupé sus carreritas, muchos de nosotros, aunque nos esté mal decirlo, corriéramos delante de los grises . De que hace menos, cuando protestábamos por el giro que el partido socialista dió a su posición sobre la pertenencia de España a la llamada organización atlántica, nos quedáramos roncos de gritar OTAN no, bases fuera . Y de que ahora mismo, movidos por un impulso irrefrenable, se nos revuelvan las tripas cada vez que vemos la prepotencia y la chulería con las que los diputados llamados populares acogen cualquier manifestación de discrepancia. De que no nos callemos y digamos que con nosotros no cuenten. De sentir vergüenza ajena al ver cuán serviles pueden mostrarse algunos ante el poderoso.

Menos mal que el Papa, también contrario a la guerra, no ha acudido a la carrera de San Jerónimo. ¿Se imaginan ustedes a un tan disciplinado miembro del Opus Dei como el señor ministro de Defensa o a una persona tan imbuida de profundos sentimientos religiosos como la señora ministra de Asuntos Exteriores acusando de comunista, rojo, tonto útil y amigo de los terroristas, al mismísimo Santo Padre? Yo que Su Santidad, por si las moscas, me quedaría en el Vaticano. Son capaces de abrirle ficha.