'Los Angeles Times' considera que la cariñosa broma de rasgarse los ojos de la selección española, en una fotografía, es una grave ofensa a los asiáticos, y que debe disculparse. Vale, tíos. Y los actores de teatro y los toreros que se disculpen también, porque llevan años diciendo que el amarillo trae mala suerte, está claro, una manera gravísima de ofender a los chinos.

Y los niños que juegan a la pata coja deben ser llevados a un correccional, porque escarnecen a los disminuidos físicos, y hay que revisar los textos históricos, porque Quevedo era disminuido físico, no cojo, y lo mismo Cervantes , que lo que le pasó en Lepanto no fue que se quedara manco, sino que le disminuyó muchísimo uno de los brazos y su mano correspondiente. Y que se disculpen públicamente los que dicen o escriben que algo parece que lo ha hecho un estúpido, o que se trata de una estupidez, porque un estúpido es un ser humano con fallos cognitivos, con lo que los estamos denigrando a un pobre enfermo.

Uno de los detalles que más claramente indica la decadencia de una sociedad es cuando se pone exigente con aspectos formales y sobrevuela con indiferencia por los gravísimos problemas fundamentales. Cuando en lugar de intentar atajar las graves deficiencias éticas, pierde el tiempo en dilucidar si se debe decir jueza o la juez, y si es machista y hay que pedir disculpas, cuando el marido se refiera a su esposa como "mi mujer".

Iba a decir que observar este ocaso me pone negro, pero ofendería gravemente a los hombres de color, de color negro, añadamos enseguida, porque nos hemos referido antes a los de color amarillo. Nunca tantos sandios discutieron con tanto entusiasmo por tantas melonadas. Vivimos en un tiempo cucurbitáceo, está claro, aunque tendré que pedir disculpas al honrado gremio de los meloneros que instalan sus tenderetes en esta época. Y a los fruteros de toda la vida. Y a "Los Angeles Times" que no sabía que eran tan exquisitos en estulticias.