El exjuez Pascual Estevill ha ratificado ante el tribunal que le juzga lo que ya dijo por escrito a mediados del 2003: que había cobrado varias veces por dictar autos de libertad que comportaban no ir a la cárcel. Según aquella confesión anterior, el famoso abogado Piqué Vidal intermediaba en aquellos delitos. Pero ayer Estevill fue más lejos y cambió los papeles: dijo que Piqué tramaba las operaciones y, a veces, incluso pedía al exjuez que apretase/asustase a determinadas personas para poder ofrecerse después él como abogado con capacidad para resolver los problemas. El asunto se está juzgando y merece cautelas, pero es posible que depare más sorpresas.

Este proceso llega tarde, después de que Estevill y Piqué mantuviesen demasiados años su presunta capacidad de intimidación entre la clase dirigente política y empresarial. La ejercieron con tanta arrogancia que aún hoy hay que preguntarse por los otros magistrados, políticos y empresarios que, pudiendo conocer la trama, teniendo indicios o datos de los procedimientos, callaron. Ahora es importante que la vista llegue realmente hasta el final. Lo merecen las víctimas de la tropelía y hay que sentar doctrina para que no se repita jamás.