El aborto no es un derecho, ni un conflicto político ni un tabú religioso; el aborto es una realidad desde el origen de los tiempos, una tragedia a la que algunas mujeres se ven abocadas, un infierno en el que muchas acaban pereciendo por culpa de una legislación judeocristiana que sigue imperando en muchos países, entre ellos Argentina. El aborto clandestino es el resultado de un estado que se desentiende de sus obligaciones y que condena al feto y a la madre a una muerte previsible y evitable. ¡Ojalá ninguna mujer se viera en la disyuntiva de abortar! Pero si la sociedad no les otorga ninguna alternativa y optan por interrumpir el embarazo, todas deberían tener los mismos derechos. La penalización solo afecta a la mujeres sin medios económicos, la hijas y esposas de los legisladores antiabortistas tienen sus clínicas privadas dentro o fuera del país donde descargar sus vientres y sus conciencias; son las hijas del pueblo las que pagan con su sangre y con su vida sus errores y sus pecados para escarmiento de unas y regocijo de otras. El estado debe asegurar la vida, la salud y el bienestar de los ciudadanos por encima de credos y de razas. El aborto no se elimina con leyes y prohibiciones, se evita con educación sexual desde la escuela. En el fondo, su prohibición es un estigma dogmático y machista. Si los hombres parieran, el aborto sería un sacramento.

JUVENTUD

Sin compromisos

Alba Carod

Zaragoza

No sé en qué tipo de juventud nos hemos convertido pero está claro que hemos perdido el rumbo. Parece una tontería pero no es así. A día de hoy nos asusta el compromiso, la debilidad, la sinceridad... Nos asusta todo aquello que pueda ser transparente. Y tampoco sé muy bien cómo hemos llegado hasta aquí, supongo que la vida en general ha hecho que muchos huyan de lo que parece verdadero. Cuando parece que encuentran algo que merece la pena, se asustan, huyen y tú ahí te quedas. Es algo que llevo pensando mucho tiempo y supongo que mucha gente como yo habrá pensado que igual el problema es nuestro, que no nos encontramos, que vivimos siendo dependientes y que debemos cambiar. Me he dado cuenta de que igual el problema no es solo nuestro e igual no somos nosotros quiénes debemos cambiar. Así que por favor, queridas personas que creen que por ser de piedra son mejores, dejad de hacernos creer que ser bueno es un delito, que la debilidad implica flaqueza, dejadnos vivir. Así que por favor, dejad de hacernos creer que la indiferencia y la insensibilidad es mejor estilo de vida. Así no funcionan las cosas, así no se arregla el mundo.

Asistencia Humanitaria

¡Gracias, voluntarios!

Miguel Fdez-Palacios Gordon

Madrid

Vivimos en una época plagada de conflictos bélicos donde, tristemente, el hombre no es capaz de alcanzar la paz. Como nunca antes se suceden ataques premeditados a civiles -incluido el personal cooperante- y también, cada poco, sobrevienen cataclismos. Afortunadamente existen solidarios anónimos que arriesgando sus vidas y dando su tiempo y esfuerzo -incluso su peculio- mitigan, con imparcialidad, el sufrimiento que ocasionan guerras, hambrunas y desastres naturales a seres humanos que han de presenciar el estallido de su mundo conocido. En este día, mientras gobiernos y sociedad miran para otro lado -si no se posicionan abiertamente en contra-, sirvan estas palabras para homenajear a todo el voluntariado de asistencia humanitaria por su solidaridad y entereza al soportar desgarradores momentos de desesperación, impotencia y rabia en su diario trabajo de auxilio sobre el terreno o desde despachos. Gracias, por vuestra valiosa entrega, y servir de frontera de resistencia a la inmoralidad.