Uno de los objetivos de los padres y profesores es que los chicos tengan éxito en sus estudios, pero ¿cómo hacerlo? En general, es más positivo alabar lo que hacen bien que criticar lo que hacen mal. Por eso hay que estar atento y cuando el estudiante hace algo positivo, hacérselo ver y alegrarnos con él. Con esto se fortalecen los aspectos positivos y se estimula al alumno a repetir esas conductas. Por el contrario, si se critica siempre lo que se hace mal, el estudiante puede caer en el desánimo primero y en la convicción de que no vale para nada, después. Pero eso no quita para que se hable con naturalidad de los errores cometidos y se oriente para corregirlos.

Otro aspecto es ser realista y comprensivo en la exigencia a los pequeños. Hay que pedir a cada uno lo que razonablemente puede dar. Si se le exige demasiado podemos crearle frustración y si se le exige menos posiblemente podemos crear un vago. Habrá que hablar con los profesores para contrastar opiniones sobre la capacidad de los estudiantes y lo que se puede esperar de ellos. Un aspecto negativo en la educación es hacer comparaciones con los hermanos o con otros amigos. Como cada chico es diferente no se les puede pedir a todos igual y el hacer comparaciones suele producir celos y envidias que nada favorecen en la formación de la personalidad ni en la motivación para el estudio. Se han de evitar las ayudas innecesarias. Lo que pueda hacer el chico solo, que lo haga sin nuestra ayuda. De esta forma el éxito será suyo y aumentará su autoestima y motivación. En ocasiones es aconsejable premiar el trabajo bien realizado con algún regalo material o con el apoyo afectivo, teniendo en cuenta que elogiar el esfuerzo es siempre un estímulo rentable.

Arturo Ramo García **

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