TEtstaban todos como si fuera el primer día de colegio. Los únicos que no parecían nerviosos pero, que por primera vez, se quedaron a ver el resto de las actuaciones fueron Rajoy y Zapatero .

Sáenz de Santamaría llevaba especialmente bien preparada su intervención. Le falló la ambientación. Justo antes de iniciar sus críticas se había despedido de los compañeros de hemiciclo el diputado Joan Herrera . Un inusual soplo de amabilidad recorrió el salón de plenos de la Carrera de San Jerónimo cuando el joven ecologista de ICV recibió un aplauso desde todas las bancadas.

La intervención de la portavoz popular cortó en secó la armonía. Utilizó la misma dialéctica parlamentaria que ya usaba con María Teresa Fernández de la Vega y se encontró enfrente a un Rubalcaba contenido.

Los teloneros Hernando y Gil Lázaro , a los que la intervención de su jefa se les debió quedar corta, intentaron ayudarla con poca fortuna. Soraya no necesita que nadie remede sus preguntas porque es una buena parlamentaria. Posiblemente el primer cara a cara con Rubalcaba se había rodeado de demasiada expectación política y mediática y los nervios de saberse tan observada le hicieron olvidarse hasta de levantar el micrófono.

El reparto de papeles parece quedar claro a partir de ahora. Los temas económicos se los reservan Rajoy y la portavoz; los teloneros lidiarán cada semana con el caso Faisán y las siglas de la Malaya. No parece tan claro que el vicepresidente Rubalcaba vaya a contestar cada miércoles sobre estos últimos dos asuntos. El Gobierno tiene potestad para desviar las preguntas a otro ministro que podría ser el de Justicia, Caamaño .

La vuelta al cole no ha supuesto, sin embargo, ninguna mejora en las técnicas de oratoria parlamentaria de la que nuestros diputados siguen siendo tan deficitarios. Incluso para formular una simple pregunta o una respuesta, que no dura más de tres minutos, son excepción los ministros o las señorías que se atreven a hablar sin un papel en la mano.

Eso sí, armados de cuartillas leen con tono enfático los más duros alegatos plagados de adjetivos contra la labor del Ejecutivo. O desde los bancos azules se les responde con otros folios llenos de datos sobre los errores de los gobiernos anteriores. No se toman ni siquiera el trabajo de memorizar su propio discurso.

Hay que decir que algunos se modernizan. Rajoy respondió a Zapatero leyendo datos de un iPad.