La decisión de Izquierda Unida de Extremadura de permitir que el PP gobierne la comunidad me ha dejado estupefacto como, seguro, a muchos otros simpatizantes y votantes de toda España. Lejos de ser una decisión de ámbito local, afecta gravemente a la viabilidad del discurso de IU en todos los rincones del Estado. Cuántas veces hemos oído reproches en Cataluña por nuestra falta de sentido de Estado, por nuestra poca visión colectiva de España... y ahora resulta que es en Extremadura donde se rompe la espina dorsal del proyecto global de IU. Creo que los resultados electorales de la coalición en Extremadura fueron un gran éxito y abrían una oportunidad magnífica para ejercer aquello para lo que la gente vota a IU: ser decisivos y articular políticas de izquierdas. En cambio, entregar el poder al PP representa la virtual rendición del proyecto. No hablo por hablar: en Barcelona hemos aguantado largas décadas de amplísimas mayorías municipales del PSOE, con un modelo de ciudad reprobable en muchos aspectos, pero siempre ha resultado más fructífero que la izquierda aproveche la fuerza obtenida en las urnas para pactar y gestionar políticas sociales desde el ayuntamiento. Lo mismo puedo decir de los siete años de gobierno autonómico progresista en Cataluña. En cambio, ahora, con CiU y el PP en el poder, la izquierda no pinta nada y los ciudadanos perderán derechos. El cambio a la derecha nunca es una renovación, sino una regresión: en Cataluña, en Extremadura y en toda España. Por lo tanto, si IU se rinde y regala el poder al PP, ¿para qué sirve nuestro voto?

Lucas Santos **

Barcelona