Muchos conductores han empezado a recibir en su casa unas etiquetas adhesivas remitidas por la Dirección General de Tráfico (DGT) que acreditan el grado de emisiones contaminantes de su vehículo. La DGT ha dividido el parque móvil en cinco categorías: etiqueta 0 (eléctricos), Eco (híbridos o propulsados por gas natural), B (vehículos a gasolina matriculados a partir del 2000 y diésel a partir del 2006), C (gasolina a partir del 2006 y diésel a partir del 2014) y aquellos anteriores a estas fechas, da igual su cilindrada, que no recibirán ningún adhesivo. Con las etiquetas -cuya colocación por ahora es voluntaria-, la DGT pretende proporcionar a los ayuntamientos una herramienta de discriminación positiva con las que reducir la contaminación, al estilo de las ventajas de las que ya disfrutan en algunos municipios los vehículos eléctricos e híbridos. Así, los ayuntamientos podrán decidir, por ejemplo, premiar con descuentos en las zonas azules a los coches que menos contaminen y organizar los accesos a ciertas zonas de la ciudad, como las más céntricas, a partir de los adhesivos y no con las matrículas, como sucede ahora. Esto no es un capricho, sino una necesidad medioambiental.