WEwl gesto de Samuel Eto´o en La Romareda contra los gritos racistas que le dirigió una parte del público ha reabierto el debate sobre cómo combatir la xenofobia en los estadios, ese reflejo del racismo que ha arraigado en nuestra sociedad. Los gritos simiescos no son equiparables a los insultos ordinarios que por desgracia proliferan en las gradas del fútbol. Estos también son censurables como problemas derivados de la mala educación, pero el racismo es bastante peor --y más desintegrador-- que eso.

No hay que ensañarse con el Zaragoza. Pero se debe acosar a las personas concretas que actúan así en los estadios. Más que una multa de 9.000 euros, lo que procede es que este club, y todos los demás, den facilidades para que la justicia ordinaria localice y castigue a los racistas que se esconden de forma cobarde entre la masa de seguidores. Y que los vecinos de esos miserables no los encubran con su silencio. Que conste que lo ideal sería que los estamentos deportivos, de forma autónoma, tomaran las medidas y resolvieran la situación. Pero como se muestran incapaces, deben ser la Administración y la justicia ordinaria las que las adopten de oficio, como dispone la ley y como ha recordado Eto´o.