TDturante la celebración en Cáceres de los Diálogos sobre Dependencia y Servicios Sociales en los que intervinieron el exministro de Trabajo Jesús Caldera y el secretario general de los socialistas extremeños Guillemo Fernández Vara , se hicieron numerosas referencias a la situación crítica, en muchas ocasiones de alarma y/o catástrofe social en la que nos desenvolvemos. Nuevamente me dio la sensación de que los conceptos utilizados en política se pueden referenciar de tal modo que modifican su significado real, sea quien sea quien los utilice (si bien los destinatarios, beneficiarios y/o perjudicados son los mismos). Así quiero insistir, una vez más, en que no me gusta escuchar hablar, por ejemplo de "copago" cuando en realidad se está aludiendo a "repago" (ya que la financiación inicial de numerosos servicios está fundamentada en los impuestos y ahora lo que se pretende es volver a pagar por algo, que presuntamente, se debería haber cubierto).

Otro término mal utilizado es el de "externalización", pues da como miedo a la derecha insistir en el auténtico valor de esta palabra: privatización. Y parece curioso, dado que si se presume de liberalismo económico, no se entiende por qué no pueden "vender" como positivo una de las actuaciones estrellas de sus Programas: despojar a lo público de entidad y dar paso a que tomen las iniciativas otros sectores. La izquierda lo tiene claro: la educación, la sanidad, la dependencia... forman parte del estado del bienestar que tanto trabajo nos ha costado conseguir y mantener y por lo tanto su esencia pública es indispensable.

Por último se habla mucho de cambios de modelo, pero ambas ideologías acaban concluyendo en Extremadura que la característica principal que define nuestra realidad y por lo tanto nos condiciona es el envejecimiento, la dispersión geográfica y la escasa entidad de nuestros núcleos poblacionales. Ahora bien, la respuesta nuevamente es dispar: desde el socialismo no vamos a perder la perspectiva de que lo que necesitamos es invertir en las personas, que la rentabilidad se mide en términos de eficiencia (hacer más con menos) y no en términos de eficacia (conseguir un objetivo a costa de lo que sea) que es a lo que nos tienen acostumbrados las políticas conservadoras. La desigualdad a medida que se acrecienta posibilita el empobrecimiento de las sociedades. No podemos crecer mientras no haya empleo. No puede haber generación de riqueza mientras la gente no disponga de recursos. No podemos seguir mirando para otro lado, rebajando déficits a la vez que vamos aumentando el paro.