TLta canciller Angela Merkel actúa como si fuera la dictadora de Europa. No guarda las formas de una consulta previa con los socios y anuncia sus intenciones como si no pudieran discutirse. El sueño de una Europa de entendimiento y solidaridad está siendo sepultado por los mercados financieros y por la sumisión de las instituciones políticas a la especulación de la economía financiera. Merkel pasará a la historia como la política europea que no fue capaz de impedir el declive de la Unión. Y además perderá las próximas elecciones alemanas.

Angela Merkel utiliza como monaguillo a Nicolas Sarkozy . El todavía presidente francés está tan condicionado por sus necesidades electorales que está dispuesto a cualquier cosa por tener una silla a los pies de la canciller alemana. ¡Patético!

Hay algo muy falso en el discurso alemán: piden más disciplina europea y más cesión de soberanía mientras recuperan las señas de identidad de su nacionalismo interior que tanta sangre ha traído a Europa en el pasado.

Los demás países están ausentes de lo que ocurre. Los que aspiran a estar en primera división casi prefieren pasar desapercibidos. Los vecinos del sur estamos envueltos en la neblina de la acusación de vagos; eso ya no se sostiene. La crisis de la deuda se extiende como la peste por toda Europa, porque los mercados, sabedores hasta ahora de que el euro iba a ser defendido, van atacando los sucesivos países mientras hacen su agosto con primas de riesgo que eran impensables. No está claro que el euro se salve; y está cada vez más claro que el sueño europeo puede convertirse en una pesadilla.

Las cosas están cambiando tan rápido que es imposible abstraerse de la idea de que estamos en un cambio histórico. Estados Unidos pierde su hegemonía. El eje atlántico se desplaza hacia el pacífico. Europa está perdiendo la posibilidad de convertirse en una potencia mediadora de un nuevo equilibrio. El Reino Unido y Gran Bretaña vuelven a tener intereses antagónicos. Y China y las potencias emergentes toman posiciones para el nuevo orden mundial. Europa ha perdido la oportunidad histórica de tener una entidad definitoria de los equilibrios mundiales. Nunca será ya nada igual, sobre todo por la mediocridad de nuestras clases dirigentes y su falta de voluntad de domeñar la economía.