A pesar de que este movimiento sísmico tiene su origen en el corazón mismo del sistema financiero americano, sus hondas expansivas han logrado propagarse hasta el confín último del universo, y aunque con intensidad diferente, no hay país que pueda sustraerse a sus efectos. De ello dan buena fe el Reino Unido, Bélgica y Alemania, que se han visto obligados a acudir en auxilio de alguna de sus entidades financieras, lo que hace presagiar que, lo que ahora emerge, es sólo la punta de un iceberg de incalculables dimensiones.

A sabiendas de que no hay mejor medicina que la preventiva, los cuatro países del G-8 ubicados en Europa, se reunieron el pasado sábado para adoptar acuerdos de principios y actuar de forma conjunta y coordinada, tratando de establecer estrategias comunes para evitar que el descalabro de algunas entidades ponga en jaque la credibilidad de todo el sistema financiero, también para impedir que esta gangrena extienda indiscriminadamente sus tentáculos sin distinción de fronteras, de ideologías, ni de ninguna otra consideración.

Europa se ha debatido siempre en medio de un mar de contradicciones, de tibiezas, de dudas y de indecisiones, carente del liderazgo y del coraje político suficiente como para acometer empresas concertadas de gran envergadura, a remolque de las circunstancias y de las directrices de otros, aferrada a un modelo histórico de soberanismo nacionalista, del que le cuesta tanto trabajo desprenderse, y ante el que supedita cualquier proyecto común. Constituyendo una comunidad de países que van a distinto ritmo no sólo en lo que a crecimiento se refiere, sino también respecto a la fase del ciclo económico en el que se encuentran.

XPOR ESOx una propuesta como la francesa, tendente a crear un fondo común para rescatar a los bancos en crisis, levanta suspicacias, porque existe la creencia de que a cada país la crisis le afecta de una manera diferente, y consideran que son suficientes las intervenciones excepcionales dirigidas sobre instituciones concretas, y con cargo únicamente a las arcas nacionales del país afectado.

Bruselas pretende homogeneizar las provisiones de los fondos de garantías de los depósitos bancarios de toda la Unión Europea, para que en caso de quiebra de una entidad, los ahorradores puedan recuperar un porcentaje de sus depósitos similar en todas partes, evitando la heterogeneidad ahora existente, que va desde la devolución del cien por cien del capital invertido en Irlanda, hasta países como España donde ahora se anuncia que aumentará la cuantía del fondo de garantía por encima de los 20.000 euros del capital invertido, esto puede dar lugar a que se produzca un trasvase de capital hacia los lugares más seguros, lo que provocaría la descapitalización de algunas entidades y hasta de algunos países. Se impone por tanto uniformizar criterios en torno al porcentaje de reservas bancarias que las entidades deben mantener a buen recaudo, sin contribuir con ello a recortar aún más su ya menguada liquidez financiera.

Además de inyectar liquidez en los mercados, es misión del Banco Central Europeo establecer un marco regulatorio con normas de carácter general y de obligado cumplimiento para todos los países pertenecientes a la Unión Europea, estableciendo los controles pertinentes que deberán ir acompañados de las correspondientes medidas sancionadoras para todos aquellos que cometan cualquier tipo de irregularidad.

Hay quien está en total desacuerdo con que se socialicen las pérdidas, con que los recursos públicos se destinen a sufragar dispendios privados, ni que se rescaten entidades financieras que han incurrido en malas prácticas o que atraviesan por dificultades intrínsecas, entre otras cosas porque eso sentaría un precedente que debería hacerse extensible a otros sectores de la economía, además de interrumpir de un modo artificial y exógeno una parte del ciclo económico, caracterizada por los procesos bajistas, que sirven para depurar todo aquello que deba ser depurado, en este caso la especulación que se ha apoderado del sector inmobiliario. Una inyección de dinero público mantendría la burbuja activa, impidiendo que sea el propio mercado el encargado de ajustar la valoración de las viviendas en torno a su precio real.

El mantenimiento de altos tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, como único antídoto para luchar contra la inflación, es una de las contraindicaciones de la política común europea, al dar prioridad al control de los precios, sobre algunos efectos negativos de la crisis como son el desempleo y la falta de liquidez. Una bajada gradual de los tipos contribuiría a hacer más soportable la difícil situación por la que atraviesan algunas familias acosadas por el encarecimiento de las hipotecas y por la pérdida de poder adquisitivo.

El final de esta patología financiera servirá para desactivar un modelo económico basado en prácticas especulativas. A partir de ahora será preciso modificar ciertos hábitos, regenerar ciertas actitudes en busca de un capitalismo productivo, aceptando valores tangibles, acatando íntegramente las reglas de un juego que exige transparencia, confianza y honestidad, de manera que cada cual sea capaz de discernir con meridiana claridad, la cantidad de trigo o de paja que se acumula detrás de los opacos muros de cada silo o de cada producto fruto de la ingeniería financiera.

*Profesor.