Reivindico el espíritu de Europa, reivindico el sentido de una construcción colectiva y de un espacio de libertades y de paz, de un territorio solidario y de cohesión. Reivindico la Europa de los ciudadanos y de los pueblos.

Ahora, también ahora, cuando nuestra economía o la de otros países europeos sufre el asalto de especuladores y salteadores, reivindico el espíritu europeo y la respuesta solidaria y colectiva.

No debería ser muy difícil desde el Guadiana, desde cualquiera de las comunidades autónomas que lo conforman, desde cualquiera de los países que lo integran, hablar del espíritu de Europa. Es el nuestro un río fronterizo y mestizo, un río que vertebra Comunidades y países, pero que sobre todo vertebra y cohesiona sociedades y voluntades.

El territorio de nuestro río tiene mucho de construcción colectiva como un espacio vivido, sentido y habitado desde antiguo. Tal vez si hablamos de los paisajes del Guadiana entenderíamos mejor la profunda imbricación de la actividad humana con el medio a lo largo del tiempo. Una integración dinámica que genera nuevas oportunidades para quienes han mostrado una enorme capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, a los nuevos escenarios.

Ahora el futuro de Europa se construye también desde el Guadiana. Lo construimos cuando cientos de estudiantes del resto de Europa llegan a nuestras universidades como llegan a nuestros humedales y encinares las grullas y las torcaces. Lo construimos cuando los universitarios de Extremadura, Castilla la Mancha o Andalucia comparten sus ilusiones, estudios y aspiraciones en cualquiera de los países y ciudades europeas.

Las aguas del Guadiana, remansadas en Cijara mostraron claramente como el Guadiana une territorios de un mismo país y países de un mismo proyecto. Más de cien alumnos y más de 15 lenguas se entendieron y compartieron su tiempo e ilusiones aprendiendo en las venas de un territorio de acogida.

El futuro de Europa se construye cuando escolares de Mérida o Badajoz pintan Europa y sus ríos con sus manos. Su alegría corriendo por encima de un inmenso mapa, la energía de sus manos rellenando y completando países, pintando ríos que unen, identificando banderas nos habla de entendimiento y tolerancia. Y el futuro también se construye desde el encuentro de escolares portugueses y españoles porque el Guadiana cohesiona con sus ilusiones el trabajo entre países que han encontrado en la raya una fuente de inspiración, cooperación y oportunidad. Unos escolares que, como tantas otras personas, visitarán la fábrica de la Luz, un viejo molino convertido gracias a las ayudas europeas en un lugar para aprender, para imaginar y construir.

Seguramente al pasear por nuestros ríos, al recorrer el Guadiana en Mérida o el Rivilla y el Calamón deberíamos recordar que su adecuación y mejora, que su recuperación como espacio de convivencia, se realizó con el apoyo de los fondos europeos. La misma ayuda solidaria que nos permite resolver los problemas del saneamiento en las ciudades para devolver el agua limpia a ríos y embalses. Es esa misma ayuda europea la que ha contribuido de forma notable a construir infraestructuras de abastecimiento. Un esfuerzo solidario de todos los países europeos, incluido nuestro propio país. Cuanto debemos a las ayudas europeas y que poco lo apreciamos o lo reconocemos.

Europa nos ha ayudado en el imparable camino de la transformación, la igualdad y la paz. Seguiremos apostando claramente, cada día, en cada una de nuestras actividades por un proyecto de colectivo y de cohesión. Un proyecto de diálogo y transformación que necesita del apoyo de nuestra apuesta individual y como sociedad, desde los pueblos y ciudades, desde Comunidades Autónomas y países y, por supuesto, desde REINE y ríos como el Guadiana.

*Presidente de la

Confederación H. del Guadiana