WLwa "tela de araña" tejida por 14 estados europeos, entre ellos España, para encubrir, consentir o desentenderse de los vuelos de la CIA encargados de trasladar a centros de detención clandestinos a sospechosos de terrorismo confirma hasta qué punto Estados Unidos ha impuesto a Europa su estrategia antiterrorista. A la vista de los datos difundidos ayer por el Consejo de Europa, toma cuerpo la idea de que no solo las jóvenes democracias del Este han secundado los planes de la Administración de Bush, sino que algunas de las democracias con más solera de la UE han hecho lo propio.

Sea a causa de los compromisos inconfesables de algunos gobiernos, del deseo de hacerse perdonar su oposición militante a la guerra de Irak o de la autonomía intolerable de los servicios secretos, lo cierto es que el informe deja al descubierto la falta de control de los ciudadanos sobre quienes les gobiernan. Salvo que los estados comprometidos en los manejos de la CIA lo desmientan con hechos, habrá que admitir que también se ha hecho realidad en Europa el proyecto neoconservador de someter la calidad de la democracia, el ejercicio de la soberanía, las garantías jurídicas y los derechos humanos a la política de seguridad.