TEtl café para todos de los 2.500 euros por niño nacido, esto es, el pago indiscriminado de esa cantidad no importa el nivel de renta del beneficiario, añade al carácter populista de la ayuda unos ribetes de profunda injusticia social, y no sólo porque entre los que la reciban unos la necesitan y otros no, sino porque con el monto de lo destinado a los ricos, a los que no necesitan detalle alguno del Estado porque ya se encargan ellos de regalarse absolutamente con toda clase de detalles, con ese monto, digo, se podrían atender, extendiéndolo, la ayuda en el tiempo de la crianza, las muchas y onerosas necesidades de los niños, tanto más onerosas si sus padres cobran salarios raquíticos y están endeudados hasta las cejas. O dicho de otro modo: guarderías públicas, largos períodos de permiso por maternidad y paternidad, pañales gratuitos o muy subvencionados y, en fin, cuanta ayuda se requiera, desde la especificidad de cada caso, de las arcas comunales del Estado, que para eso están, para favorecer al desfavorecido y no a los favoritos de la Fortuna.

Por lo demás, y aunque nadie va a hacer ascos a esos euros, cabe sospechar que muchos, como se decía antes de los mendigos, se lo gasten en copas, en gasolina para el todoterreno, en restaurantes, en viajes o, en fin, en cualquier cosa de dudosísima utilidad para el bebé, que es el que en teoría recibe ese obsequio para sus necesidades. 2.500 euros no sirven, desde luego, para secar ni un poco el pozo sin fondo de los gastos de un bebé, pero sí, tan sólo, para que los mayores se peguen un homenaje con ese pan que no anuncia más pan, sino hambre para mañana.

*Periodista