WLwos ciudadanos vascos dieron ayer una sorpresa y cambiaron el escenario político poniendo punto final a la estéril lógica del frentismo que ha paralizado Euskadi en los últimos años. Cuando la pretensión del lendakari Ibarretxe de que la aprobación de su plan soberanista era un clamor apoyado por "la inmensa mayoría de los vascos" ha quedado desmentida en las urnas, y cuando el frente constitucionalista de Mayor Oreja y Redondo es ya historia, sólo queda una única vía posible, la del diálogo y el pacto transversal que dé estabilidad. Es lo que ésta reclama a juzgar por los resultados de los comicios, tanto para modificar el Estatuto de Gernika como para inyectar normalidad en la tarea de gobierno.

BAJON DEL PNV Y EL PP. Los dos principales protagonistas de estos años de frentismo han sido castigados. La coalición PNV-EA, vencedora de las elecciones, perdió 4,6 puntos y 4 escaños respecto de los comicios del año 2001, y el Partido Popular bajó 5,8 puntos y otros 4 diputados. Hasta el incremento de la abstención es una muestra elocuente de la falta de entusiasmo del nacionalismo moderado ante un plan Ibarretxe que sólo conducía a un callejón sin salida, y que ayer quedó definitivamente enterrado. La solidez de la llamada izquierda aberzale, convertida en protagonista de la campaña por la aplicación de la ley de partidos, demuestra también las limitaciones de la estrategia de la ilegalización y la necesidad de contar con ella para propiciar una salida a la situación que se vive en Euskadi.

VUELTA A LA ´ERA ARDANZA´. Hasta el momento en que se abrieron las urnas, parecía indiscutible que el actual tripartito PNV-EA-EB no tendría problemas para seguir gobernando y se reeditaría de nuevo el pacto de gobierno. La única duda residía en si las fuerzas políticas que impulsaron el plan Ibarretxe recibirían o no el apoyo suficiente para poder imponer una nueva versión de su proyecto por mayoría absoluta. Pero no sólo no ha sido así, sino que el sensible ascenso de los socialistas vascos y de los radicales nacionalistas ha reeditado la era Ardanza y obliga al tripartito --que ya no podrá gobernar sin apoyos-- a plantearse de nuevo fórmulas de entendimiento con el PSE.

LA HORA DE LA NEGOCIACION. Ha quedado demostrado que los intentos de modificar las reglas de la convivencia en Euskadi con la mitad de la sociedad en contra han fracasado. El inevitable diálogo entre nacionalistas y no nacionalistas, extensible a todas las opciones democráticas, debe ser el punto de partida para llegar a un acuerdo de convivencia, negociado desde cero y que represente a la mayoría de los vascos. El resultado de las elecciones obligará a un esfuerzo por acabar con las fracturas de la sociedad vasca.