El dramático caso de un joven tetrapléjico, mudo y casi ciego que ha pedido que se le aplique la eutanasia ha provocado un encendido debate en Francia. El exministro de Sanidad Bernard Kouchner, entrevistado ayer en El País, reconocía que la practicó personalmente "en países en tiempos de guerra" pero cree que ante todo "los cuidados paliativos se deben desarrollar y ser más accesibles para todos y no sólo en el hospital, también en la casa, para que la gente pueda morir sin sufrir". Sólo quedaría entonces un "pequeño porcentaje, 1% o 3%", en el que habría "razones objetivas para la eutanasia, para quitar la vida de una forma más digna que evite la degradación de la persona". Kouchner, por cierto, recordaba así a otra exministra de Sanidad, Celia Villalobos: "Me gustó mucho, me entendí muy bien con ella; la oí hablar de prevención y de la Europa de la salud y me gustó. ¿Por qué se ha ido?" "¿Le gustó Villalobos?", replica el entrevistador, Rafael Méndez. "Sí, sé que no se llevaba bien con sus compañeros y que hablaba demasiado, pero está bien hablar demasiado", aseguraba el locuaz Kouchner.

Cae el tabú de la eutanasia y, entre la derecha española, el de la cadena perpetua. En La Razón, José María Carrascal aseguraba que se "subleva" por las excarcelaciones de etarras. "Nadie pide la pena de muerte para esos asesinos ni para ninguno. Pero la cadena perpetua de verdad, es decir, hasta que la vida se les acabe por causas naturales, no es que esté justificada en este caso, es que resulta de estricta justicia. (...) Si hay que enmendar la Constitución, se enmienda".