Las exigencias de los ministerios de Hacienda y Trabajo, además de políticas en ciencia, energías renovables, políticas sociales, y la vicepresidencia del Gobierno por parte de Podemos fue lo que contribuyó de manera capital al fracaso de la investidura. Cabe preguntarse si Iglesias estaba en condiciones democráticas para estas exigencia. Como le contestó la vicepresidenta Carmen Calvo, lo primero es haber ganado las elecciones.

Desde los comicios del 2016 hasta los del pasado 28 de abril, la coalición Podemos-En Comú Podem-IU ha pasado de 57 diputados a 42, es decir, Iglesias no solo ha obtenido dos tercios menos de diputados que el PSOE, sino que ha perdido casi un 30% de sus escaños en las últimas generales. Compromís ni siquiera está en el grupo parlamentario de Podemos, sino en el Grupo Mixto. Es decir, ¿cuáles son los argumentos de Iglesias para sus demandas? ¿Quizá la situación ventajista por la necesidad de su apoyo del presidente del Gobierno?

Al margen de todo conviene analizar varias cuestiones, y no solo la marcha de pesos importantes de Podemos como Íñigo Errejón, sino también el manejo de políticas demandadas por Iglesias en la frustrada negociación, como las políticas sociales. Uno de los territorios de mayor importancia que ha gobernado Podemos ha sido Barcelona, donde la población indigente ha subido bajo su mandato en un 26,35 % y donde las políticas de asistencia social no alcanzan para las 1.700 personas que duermen en sus calles (1.195 a la intemperie y más de 500 en chabolas). Barcelona se ha convertido en la ciudad de España con más población sin hogar. Hubo motivos suficientes por los que las exigencias del señor Iglesias no prosperaron.