Puigdemont anda deambulando por Bélgica lanzando un mensaje victimista y falso sobre España, dirigido a todos los europeos demócratas. Aunque, paradójicamente, parece que los europeos que están captando su mensaje son los de extrema derecha, o sea los antidemócratas, que son los únicos que apoyan la independencia de Cataluña.

Puigdemont y sus allegados van diciendo por ahí que quieren la independencia porque los catalanes son ciudadanos de segunda en una España que sólo les ha querido para sacarles los cuartos a cambio de unas exiguas concesiones. Que los españoles somos unos intolerantes que repudiamos lo catalán. Que España les oprime utilizando una policía violenta que les impide votar y manifestarse democráticamente. Que el Gobierno ha implantado en Cataluña una dictadura tan implacable como la franquista, y mete en la cárcel a los políticos catalanes sólo por sus ideas.

O sea, el mundo al revés. Precisamente ellos, los independentistas catalanes, son ciudadanos de una de las comunidades autónomas más favorecidas de España; a la que el franquismo oprimió, pero no más que a otras regiones que se despoblaron porque sus hombres y mujeres tuvieron que marcharse a ganarse el pan precisamente a la nutrida Cataluña. Son ellos los que desprecian a los españoles y todo lo español, y por eso quieren separarse. Son ellos los que se niegan a hablar el castellano y politizan hasta los partidos de fútbol. Son los que acusan de fascista a quien les refuta, los que desprestigian al periodista que no difunde lo que ellos quieren. Ellos son esa mitad de catalanes que pretende imponer la independencia a la otra mitad.

Dirán que su única pretensión es celebrar un referéndum en el que los catalanes decidan si quieren seguir o no en España. Pero esto no es como decidir si se come carne o pescado en la misma mesa. No es tan sencillo. Porque hay muchos catalanes que quieren seguir siendo españoles y se convertirían en exiliados en su propia tierra si Cataluña se independizara. Claro, que podrían pedir asilo en España. Pero entonces se convertirían en refugiados, también en su propia tierra.

No, no es tan sencillo.