El presidente de La Razón, Luis María Anson no da tregua ni por estas fechas: "Entre canapé y canapé de caviar beluga imperial, entre copa y copa de domperignon , la izquierdona de toda la vida sufre por la Navidad. Lleva incontables años diciendo que el sentido familiar y religioso de estas fiestas se ha extinguido. Así es que la sorpresa de la resurrección anual resulta mayúscula. Los muertos que la izquierdona entierra gozan de buena salud".

Admite con desdén que "es verdad que estos días se adensan también en la marea de consumismo", pero eso no obsta para sacudir a quien disienta: "Ni las descargas albañales de la televisión ni la suficiencia de cierto columnismo apedantado tienen nada que hacer. Las luces de Navidad lo encienden todo". Hasta las alarmas de cierta derecha, muy extendida por otros pagos. Lo cuenta Eduardo Haro Tecglen en El País, donde explica el miedo creciente en EEUU a un atentado durante estos días, cuando hay más gente viajando por la Navidad. "Un pueblo que ha sido invulnerable al terror --solamente ha soportado mafias, drogas, brutalidad policial, pena de muerte, el Ku Klux Klan y unas cuantas guerras-- pide seguridad al Estado: éste le da más miedo". Reflexiona: "Todas las sociedades gobiernan con el miedo: desde la máscara del mago a la tiara papal y la noción de infierno, desde las brutales hasta las más cultas torturas". Acaba citando al poeta francés del siglo XV Fran§ois Villon ("Tanto se llama a la Navidad, que al final llega") y le da la vuelta a la frase: "Tanto se excita el miedo al terror, que al final vendrá".