WEwl anuncio hecho días atrás por el director general de Ordenación Industrial, Alfonso Perianes , de que, antes del verano, la Junta habrá regulado los parques eólicos en la región, inicia el camino para que Extremadura se incorpore a las comunidades autónomas que cuentan en su suelo con instalaciones de transformación del viento en energía. Hasta ahora, esta región era, junto a Cantabria y Madrid, la única que no había admitido que se levantaran los modernos molinos de viento que jalonan los paisajes de otras partes de España.

La Administración autonómica ha mostrado hasta ahora una indisimulada desconfianza hacia las empresas de este sector de la energía, de tal manera que se había venido resistiendo a la ´apertura eólica´por entender que dichas empresas venían a aprovecharse del aire extremeño, dejando que se llevara el viento cualquier compromiso con la tierra de la que habían sacado ese aprovechamiento. En consecuencia con ello, y con buen criterio, la Junta ha venido apuntando cada vez que surgía la pregunta sobre los parques eólicos que, cuando se regulara el sector, las empresas interesadas en sacarle rendimiento al viento que sopla en algunas comarcas extremeñas tendrían que acompañar sus proyectos con medidas complementarias de empleo, más allá del necesario por cada parque eólico.

El hecho de que Extremadura sea una región exportadora de energía le ha dado a la Junta un argumento para no sentirse presionada a la hora de elaborar la normativa que dé via libre a la instalación de los molinos. Pero no tenía sentido demorarla más. Porque cada vez se ve como más necesario --aunque su peso en la producción sea todavía muy pequeño y sigamos dependiendo, sobre todo, de la energía nuclear--, implantar las energías renovables, y en este sentido, ahí están los proyectos de centrales fotovoltaicas y de ciclo combinado que se están estudiando para su implantación en La Serena o en la comarca de Alange. Por otro lado, también es legítima la presión ejercida por los ayuntamientos enclavados en las zonas más dotadas de viento --Las Hurdes y la Campiña, fundamentalmente--, que ven una oportunidad de empleo y de ingresos municipales en la instalación de los molinos, y contra cuyos intereses no cabe oponer la agresión al paisaje porque podría darse la triste circunstancia de que el paisaje de Las Hurdes se viera afectado por molinos enclavados en el sur de Salamanca, que agrederían las vistas extremeñas sin ninguna de sus ventajas.

Todo indica que está justificada y es oportuna la regulación de este sector. El director de Ordenación Industrial dijo en la Asamblea el día 18 que había recibido proyectos de construcción de 300 instalaciones, pero que sólo se daría permiso al 10%. La demanda, por tanto, existe, como también se pone de manifiesto en la información publicada ayer por este periódico, en la que se da cuenta de los importantes proyectos que se preparan en la región. De todo ello se deduce que las expectativas eólicas pueden cumplirse.