Todos tenemos unas experiencias vividas, y de algunas nos acordamos especialmente, quizás por su vigencia. Hoy traigo a la memoria una visita del ministro de Hacienda del Gobierno de Aznar a Cáceres allá por el año 2002, y recuerdo la propuesta que desde el ayuntamiento le hicimos y lo sorprendido que quedó el ministro. Era el momento y lo aprovechamos, contando con que el señor Montoro era y es una persona afable y cordial.

Cobijados debajo de un paraguas que nos protegía de una abundante lluvia, llegando a Aldea Moret junto al edificio Embarcadero, una magnífica obra, que algunos no la han entendido bien todavía, que por entonces estaba en construcción, se me ocurrió plantearle al ministro que en la reforma que se estaba estudiando de la Ley de Haciendas Locales debía contemplarse, por su singularidad, la extensión del municipio de Cáceres, el más grande de España con 1.750 Kilómetros cuadrados de superficie, lo que acarreaba ciertas dificultades añadidas a la hora de prestar servicios municipales a los ciudadanos.

XSE RECLAMABAx que la extensión del municipio se tuviera en cuenta a la hora de adjudicar a los municipios esa participación valorando en el reparto ese factor de la extensión, y por lo tanto la dispersión de su núcleo urbano. Por entonces el ayuntamiento recibía de los fondos del Estado el 20% de sus ingresos.

La ley seguía entonces y sigue actualmente tres criterios para distribuir el dinero entre los municipios: la población, el esfuerzo fiscal de los ayuntamientos y su capacidad tributaria. El primero, referido a la población es el principal, ya que determina el 75% del reparto. El esfuerzo fiscal en el Ayuntamiento de Cáceres estaba determinado por nuestra situación de ciudad con menor presión fiscal de España, comparando con las poblaciones de parecido número de habitantes. Y la capacidad tributaria venía obligada por el factor económico de los ciudadanos para poder contribuir a los gastos originados por los servicios generales, y en ello el ayuntamiento quería llevar un equilibrio muy cuidado en función de las posibilidades que se tenían.

Cáceres tiene barriadas que distan 40 kilómetros del centro de la ciudad, como ese núcleo tan entrañable de Rincón de Ballesteros, en la falda de la sierra de San Pedro, o esa otra de la Estación de Arroyo-Malpartida, o también la de Valdesalor. Rincón de Ballesteros y Valdesalor habían sido ayuntamientos independientes y actualmente este último es Entidad Municipal Menor, que a efectos electorales elige su propia Junta Vecinal, pero los servicios todos corren a cuenta del ayuntamiento de la capital.

En otra ocasión hablaré de lo que tuvimos que padecer, al poco de acceder al gobierno del ayuntamiento en el año 1995, cuando contemplamos en pleno mes de julio que esa barriada de Rincón de Ballesteros se abastecía de un agua para beber con cisternas que se les llevaban desde Cáceres. Prometimos una solución que hicimos realidad al contar con la Comunidad del río Lácara, con la que se firmó acuerdo para que desde allí llegara el agua que ya reciben en sus casas desde entonces. Asimismo a Valdesalor se los construyó una conducción de agua desde la capital, con cargo a los presupuestos municipales.

La Ley de Haciendas Locales, se aprobó cediendo a los consistorios un porcentaje de la recaudación de los principales impuestos (IRPF, IVA y los tributos especiales sobre Hidrocarburos, Bebidas y Labores del Tabaco), pero no se tuvo en cuenta nuestra petición, que sigue siendo una exigencia a mantener.