TPtor lo visto, leído y oído, el Ayuntamiento de Cáceres es un avispero. Ya sé que ahora saldrá el alcalde o el portavocero diciendo que no pasa nada, pero las patas por alto de los concejales, uno detrás de otro, un día sí y otro también, indican que sí pasa y que el mal puede tener raíces hundidas en arenas movedizas cuyo fondo no es fácil de adivinar.

La última obra maestra es el pelotazo de las Carmelitas que tan precisamente expone a todos los ciudadanos el concejal del IU señor Pavón . Es imprescindible que el ayuntamiento aclare la situación, porque no estamos, ni mucho menos, para recalificaciones indecentes del suelo, para ser burlados por poderes económicos que nos sobreexploten y saturen. Explicaciones: no voluntarismo, buenas palabras, relamidos deseos del bien de los ciudadanos, bondades universales y valores superiores. Queremos datos objetivos. Papeles, si es necesario. Algo que aporte credibilidad porque hace tiempo este ayuntamiento necesita recobrarla. No estamos para recalificaciones indecentes ni para regidores que se dejan engañar, y como no creo que existan éstos, tenemos que averiguar dónde están los listos que diseñan estas operaciones marbellescas sobre el suelo, cuál es el precio de la comisión y, por matar el gusanillo, esclarecer a los conciudadanos si algún Roca cacereño también tiene otro Miró en el cuarto de baño. Porque si en la operación carmelitana la ciudad no gana nada, ¿quién gana?

Hace tiempo los rumores sobre las recalificaciones, la despatrimonialización del ayuntamiento, la chocante revalorización mensual de las parcelas permutadas y la deuda económica del mismo llenan los mentideros de la ciudad. Esperemos que se den explicaciones sobre estos temas, uno detrás de otro, ahora que nos encaminamos a un periodo electoral en el que los ciudadanos necesitan conocer para votar con criterio.

Pero con educación. Queremos explicaciones dadas con educación. Cuando nos quejamos del desvalijamiento que Cáceres ha sufrido durante la década negra, de cómo están las aceras, o de la falta de tono de la ciudad, el portavoz la pierde y nos insulta. Eso no solo le deslegima, sino que nos indica que aquí estamos perdiendo algo más que el suelo.

*Licenciado en Filología