Una gran parte de las compañías aéreas se encuentran en una situación económica quebradiza y difícil. Por otro lado, la primera industria española, la que nos permite importar el petróleo que no tenemos y recomponer un poco el desnivel entre lo que exportamos y los que importamos, es el turismo. El turismo está formado por una clientela que quiere servicios, no ir a la guerra, y que rehuye los problemas antes de que se produzcan. Pues bien, el anuncio, solamente el anuncio, de una huelga de los controladores aéreos en los primeros días de julio ya ha supuesto la pérdida de varios millones de euros en reservas, que no es nada, porque si se llega a convocar tan descabezada huelga en esas fechas supondrá pérdidas difíciles de calcular para el mes de agosto.

Otrosí, las compañías dicen que las tasas aeroportuarias españolas son las más caras de Europa, y lo achacan a que el 41% de esas tasas van destinadas a pagar los sueldos de nuestros controladores aéreos.

Me imagino que los controladores tendrán quejas, como las tendrán los bibliotecarios, los médicos o los conductores de autobús, pero manejar con irresponsabilidad manifiesta una huelga que perjudica de manera tan grave una de las zonas más sensibles de nuestra maltrecha economía, suscita la sospecha de una extorsión intolerable, de un chantaje repugnante cuyas consecuencias, según las leyes de acción-reacción puede que no hayan sido bien calculadas por los responsables.

En Estados Unidos no hay problemas de huelga de controladores. Hubo un presidente, Ronald Reagan , que harto de caprichos sindicales de clase --de clase alta--, sustituyó a los controladores civiles por controladores militares. Cuidado con los excesos. Que yo sepa no hay ningún controlador en paro. Sólo en Madrid hay 1.300 periodistas sin trabajo.

A lo mejor es falta de cuajo o falta de espíritu extorsionador, pero los periódicos salen todos los días, aunque su ausencia no amenace la economía del país.