Un encuentro de cooperación empresarial hispano-chileno, en el que participo en Santiago, me ha permitido, en una hermosa plaza liberada, rendir mi personal tributo a Salvador Allende , cuyo recuerdo, bajo su estatua situada ante el Palacio de la Moneda, hizo aflorar en mis ojos lágrimas de emoción; por él y por el resto de los ausentes, por quienes dieron su vida por el pueblo chileno.

Mi paso por las calles de lo que fue Santiago ensangrentada, me ha permitido apreciar cómo --aunque los traidores no hayan pagado del todo sus culpas-- a esta acogedora ciudad han retornado los libros y las canciones que quemaron las manos asesinas, al tiempo que el pueblo chileno está renaciendo de su ruina.

XEN LAx concurrida plaza de Armas, bajo la estatua ecuestre del capitán Pedro de Valdivia , y junto a los caballos de cartón de los fotógrafos, los niños jugaban con sus amigos nuevos, los mayores entretenían su ocio jugando al ajedrez en el kiosco de la música y un espontáneo artista atraía la atención de los viandantes con sus canciones y bromas referidas a los vecinos argentinos y peruanos; juegos y cantos que quise interpretar como un homenaje a una vida segada en la Moneda.

Paseando por el popular y populoso paseo Ahumada de regreso a la Alameda, mis ojos se detuvieron asombrados en un kiosco de prensa, materialmente forrado de ejemplares de periódicos y revistas. No podía creer lo que estaba viendo: junto a El Mercurio y a la Nación, y rodeado por ejemplares de prensa internacional, destacaba, con su cabecera verde, un ejemplar de el Periódico Extremadura del pasado sábado. Mi curiosidad me llevó a preguntar al quiosquero por la razón de la presencia del diario extremeño en Santiago, quizás esperando oír que era una especie de homenaje al fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia, o a la placentina Inés Suárez , puesta recientemente de actualidad por la escritora chilena Isabel Allende . La respuesta fue menos romántica, pero igualmente curiosa: "Aquí tenemos periódicos de los lugares más insospechados del mundo".

En cualquier caso, a través de Pedro de Valdivia; de la ciudad de La Serena; de los jamones y embutidos que con la marca Trujillo comercializa un salmantino al que he tenido ocasión de conocer en Santiago, o del ejemplar de el Periódico Extremadura del paseo Ahumada, puedo decir que Extremadura está presente en Chile, aunque me haya tocado explicar a dos jóvenes consultores chilenos que Pedro de Valdivia, además de dar nombre a una calle que lleva hasta el Estadio Nacional, de tan infausto recuerdo, fundó la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura hace 465 años, cuarenta y cuatro años después de nacer en Villanueva de La Serena.

*Director de la consultora Depaex.

Con la colaboración de Pablo Milanés