Decía Gandhi que el grado de civilización de un país se medía por cómo trataba a sus animales. En ese ranking nosotros debemos de andar muy pero que muy abajo, a juzgar por los hechos. Maltratar a los animales, quitarles la vida gratuitamente y por diversión no sé cómo lo llamarán algunos. Para mí ante todo es una inmoralidad y una vergüenza.

Los cazadores son minoría, sí, pero se arrogan toda una serie de privilegios, entre los que se halla el disfrute exclusivo del campo en época de tiros. Pese a ello existía una serie de lugares que estaban a salvo, sitios adonde uno podía ir a pasar unas horas en la naturaleza olvidándose de los disparos y sin riesgo de que esos mismos disparos te alcanzaran.

Desde el otro día esto ya no es posible, puesto que el parlamento regional ha aprobado una ley en virtud de la cual ya es lícito cazar en espacios protegidos. Sí, también en Monfragüe, nuestro futuro y flamante Parque Nacional. Las monterías que se vienen celebrando desde principios de otoño --por más que desde la Junta pretendan camuflarlas como acciones selectivas de descaste-- tendrán a partir de ahora cobertura legal.

Hoy es un día triste, porque Extremadura toda es ya un gigantesco campo de tiro, y porque en vez de hacia adelante vamos para atrás.

Juan María Hoyas **

Plasencia