WLwos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que ayer se publicaron suponen un varapalo para las expectativas de crecimiento en el empleo regional, por cuanto las buenas perspectivas ofrecidas días atrás por el Inem (bajó el paro registrado unas mil personas en el 2004) se emborronan. La economía extremeña es incapaz de absorber a la población que se incorpora al mercado laboral. Eso es lo que significa el dato de la EPA: se crearon 11.400 empleos, pero el grupo de gente que está en edad de trabajar aumentó en 16.000. Es preocupante. Incluso el sindicato más moderado en su juicio crítico, la UGT, mostró ayer su desazón por la encuesta: habló de que se ensombrece el balance anual, que había mejorado. También es preocupante el análisis hecho desde la Junta: echarle la culpa al efecto estadístico que supone el incremento de la población activa es como echar la culpa a la lluvia de que les calles estén mojadas: no hay manera de evitar que la gente cumpla años. La pregunta que hay que hacerse ahora es si la economía extremeña, con todo su arsenal de medidas de fomento del empleo autonómico, además de los 25 millones de euros del Plan de Empleo incluido en el Plan Extremadura es capaz de dar trabajo a todos los que quieren trabajar o no.