Los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) son realmente elocuentes: un 17% del agua que circula por la red extremeña de abastecimiento se pierde en el camino debido a las fugas, las roturas de las tuberías y otras averías. Con este líquido que no llega a su destino se podría abastecer a una población de Cáceres durante, al menos, año y medio, según se desprende del mismo informe.

Esta circunstancia obliga a abrir un debate serio sobre la necesidad de acondicionar al máximo las actuales conducciones que, como se ve, no ofrecen las suficientes garantías para que este bien escaso no se pierda. El recurso del agua es esencial para el desarrollo de la comunidad y cualquier anomalía en el abastecimiento se manifiesta como un paso atrás que debe solventarse a través de la modernización y adecuación de las redes de distribución. Para lograr estos objetivos nadie está a salvo e implica tanto a las administraciones como a los propios ciudadanos. Se da la circunstancia que el porcentaje de agua que no llega a su destino es el mismo que el que se destina al campo y al resto de los sectores económicos, con un coste de unos nueve millones de euros al año, lo que da fe de la importancia de un problema que urge resolver.