Las mismas quejas, los mismos latiguillos, los mismos tópicos. Cambian los matices, los colores, pero al final la misma cosa. Y así nos va, claro, con una Extremadura en 'stand by'. Aquí somos cuatro gatos. Es una de las frases que oigo desde que tengo uso de razón. Y a veces, aunque con rabia, tengo que reconocer que es así, pero este argumento no puede servir de excusa para todo lo que nos pasa. Uno tiene la sensación de que, a lo mejor, hemos entrado en una especie de bucle del tiempo donde, pasados unos años, vuelve a ocurrir un determinado acontecimiento.

Digo esto porque una de las cosas que más echo en falta en esta bendita región es una sociedad civil dinámica que se mueva, reclame y agite el sentir o el fervor de la gente. Porque no nos falta autoestima, pero nos sobra resignación. Acaba de pasar el Día de Extremadura y, mira, en la Asamblea, nuestro Parlamento regional, por lo menos todas las fuerzas políticas se han puesto de cara para reivindicar que España no puede estar más tiempo sin un gobierno; que mientras Madrid sigue en el 'jiji' y el 'jaja', nosotros vamos de culo, con perdón. Que dependemos tanto de lo que pase a nivel nacional, que un simple constipado en la Moncloa supone la hospitalización de la Junta. Pero nada más, el pataleo político sin apenas autocrítica de qué hacen nuestros representantes públicos para que Madrid empiece a mirar para acá con atención.

El otro día oía a un conocido decir que el Día de Cataluña muchos jóvenes catalanes salen con pancartas a reclamar para sí un mejor trato desde el Gobierno, y que un tanto de lo mismo ocurre en el País Vasco u otras comunidades con menor sesgo nacionalista, pero que en Extremadura o se van de puente o quedan para hacer botellón. Que no digo yo que no se haga, que tiempo hay para todo y que el comentario roza lo demagógico, pero alguna vez se podía salir a la calle para decir qué pasa, que aquí parece que nos tienen aparcados, calladitos como pollos alimentados en el comedero, y ale, sin dar problemas al resto.

Es cierto que Extremadura pinta poco como digo. Somos apenas un millón de habitantes y estamos en franco retroceso poblacional, nuestra estructura empresarial es baja y desde la crisis para acá parte de ella se ha quedado en el camino o directamente ha desaparecido. La industria apenas existe, nuestra riqueza natural es muy amplia pero la económica muy baja, la representación política a nivel nacional es exigua, 10 diputados pintan poco y menos aún si dependen de partidos nacionales, y no tenemos ningún sesgo nacionalista ni, en consecuencia, reivindicativo que suponga un problema para la capital del reino. Pero si no nos movemos, si nuestros políticos no se plantan y si la sociedad permanece semi adormecida, si no decimos hasta aquí hemos llegado Rajoy, Sánchez o quien sea, nos va a ir infinitamente peor.

Habrá que empezar por el AVE y el resto del ferrocarril. Porque sinceramente es de vergüenza. Un choteo de marca mayor, el engaño del siglo podría decirse y aquí entran todos, rojos y azules. Echar un ojeada al mapa de la alta velocidad española o de las líneas de larga distancia y ver que la zona suroeste nuestra está limpia de vías y raíles, mientras que la del resto de España parece una tela de araña, saca de la boca el peor de los exabruptos. Pero no basta con eso, ni si quiera es suficiente escribirlo en un artículo. Hay que movilizarse, pero no sólo en la calle o en las redes sociales, tenemos que aprender a usar otros instrumentos de reivindicación y ser una sociedad consciente de sí misma y de su realidad que sea capaz de coger el timón de la protesta social y plantarse donde haga falta. El dicho de que quien no llora no mama es tan real como que quien no se mueve, quien está en 'stand by', no siente sus cadenas.