De prácticamente todos es sabido que una importante cantidad de los ibéricos que se comercializan bajo el paraguas de la denominación de origen Jamón de Guijuelo proceden de cerdos criados en tierras extremeñas. Entre los productores e industriales es, a estas alturas, casi un tópico. Pero esta dinámica que hunde sus raíces en la propia historia del sector primario autonómico cobra especial relevancia con tan sólo un dato, desconocido para la opinión pública y revelado por EL PERIODICO EXTREMADURA esta misma semana: Guijuelo vende más de cien mil jamones al año criados y alimentados en tierras extremeñas, lo que representa prácticamente el 60% de su producción. Otro tanto, aunque en menor medida, sucede con denominaciones de origen del fuste de Jabugo, desde la vecina Huelva.

Las causas que explican esta situación tampoco son desconocidas para patronales y administraciones, que observan cómo el valor añadido que supone la transformación, en este caso del cerdo ibérico, sale de Extremadura. A todo ello hay que añadir calculadas operaciones de marketing, como las que hace tradicionalmente Guijuelo, para consolidar una marca en el mercado nacional e internacional. Frente a años y años de recorrido comercial de determinadas denominaciones que no son tales, nuestra comunidad presenta unas credenciales, a través de Dehesa de Extremadura, que tienen en la calidad su mejor aval. Pero hace falta algo más, mucho más, para lograr un sector fuerte, competitivo y generador de riqueza. Reivindicar la extremeñidad del ibérico que comercializa Guijuelo puede representar tan sólo un primer paso.