WLwo acaba de decir la Federación de gremios de editores de España: los extremeños son los que menos libros leen en nuestro país. El último barómetro de la citada federación, correspondiente al año pasado, pone de manifiesto que sólo la mitad de los ciudadanos de esta región se declaró lectora, cinco puntos menos que la media nacional y catorce menos que los madrileños, que son los que más libros leen. Este dato no debe sorprender a nadie, porque los extremeños son también los que menos periódicos leen de España --apenas 55 ejemplares por cada 1.000 habitantes, un poco más de la mitad de lo que la Unesco considera umbral del desarrollo en cuanto a consumo de prensa, fijado en los 100 ejemplares por cada 1.000 habitantes--, y, por el contrario, los más consumidores de televisión. Se da la paradoja de que Extremadura es la región con mejor red de bibliotecas rurales de España. Existe, por tanto, un esfuerzo institucional en todos los niveles de la Administración, desde la autonómica a la local, que no es tenido en cuenta ni valorado por los ciudadanos. Desalentador. Dicen los pedagogos que el hábito lector se adquiere de niño. No es por tanto la Administración la responsable de este desapego por la lectura, sino en primer lugar la familia.