Ni el truco de la estampita, ni el de sacar el conejo de la chistera. Los mejores trucos son los que hacen las compañías de teléfonos móviles. Son los más rentables; sobre todo, para ellas. Detrás de esas insistentes llamadas cargadas de promesas no se esconden más que falsedades. En mi caso, el timo fue el siguiente: solo por darme de alta para una nueva línea, Vodafone me regalaría un móvil con pantalla táctil, bluetooth, cámara e internet. Parecía que solo le faltaba saber freír un huevo. Pero ¿para qué quería yo una nueva línea si con un móvil ya tenía bastante? Obviamente, los perspicaces teleoperadores tenían la respuesta. "Usted no tiene que usarlo si no lo desea, señorita Laura --me dijeron--. Se le facturará con su móvil de siempre y, además, tendrá llamadas gratis entre ambos terminales". En época de crisis y a una estudiante como yo, no puedes decirle la palabra gratis porque no podrá resistirse. El truco lo entendí el mes siguiente, cuando me llegó una factura desorbitada. Después de hablar con 195 de los 197 departamentos de la empresa, conseguí averiguar el porqué. Me habían cobrado 30 euros de sanción por no utilizar mi nueva línea. Les recordé, con mi léxico más dañino, las condiciones que me habían ofrecido. "Claro, señorita Laura --me explicaron--, no tiene que usar el terminal si no lo desea, pero debe consumir nueve euros mensuales por el mantenimiento de la línea si no quiere ser sancionada". Lo más fuerte vino después. Como es lógico, quería darme de baja. Fue entonces cuando me enteré de otro engaño: el trato había supuesto renovar mi contrato de permanencia por 18 meses más con mi móvil de siempre y, por tanto, para darme de baja debería pagar 150 euros por línea; es decir, 300 euros.

Laura Arroyo Fernández **

Correo electrónico