Ignoro si la ministra portavoz <b>Isabel Celaá</b> intentaba tranquilizar a los partidarios de la enseñanza concertada, a los que en un arranque de imprudencia y sinceridad llamaré amantes de la libertad de educación, o justamente su intención era la opuesta. Pero la veo en televisión asegurando que el gobierno no quiere eliminarla, con tal cara de enojo y amenaza que parece estar diciendo exactamente: empresarios, profesores, estudiantes, conserjes, administrativos, padres y madres de la concertada, daos por jo...

Y una se pregunta por qué los partidos y gobiernos, con salvedades como el anterior y amabilísimo exministro de Educación, suelen nombrar como emisarios de sus acuerdos e intenciones a personalidades tan aparentemente faltas de empatía, malhumoradas o regañonas.

Y me estoy acordando ahora de la campanuda ‘portavoza’ de Podemos, sin que ello sea óbice para que me alegre infinito de la recuperación de sus pequeños o del agresivo exportavoz del PP en el Congreso.

Poco tiempo lleva en el cargo la actual ministra de Educación, de cuya valía no tengo motivos para dudar, pero a tenor de lo escuchado, el suficiente para probar que no es persona de excesivo carisma. El gesto adusto y el ceño con el que anunciaba que lo de que quieren acabar con la concertada es Fake News, con tono y rostro de película de terror, empujaba justamente a temer por el futuro de un modelo de educación que está en el punto de mira de quien quiere convertirse, con tal de que le haga caso, en el principal socio de Sánchez. Y una siente pavor de las compensaciones que los socialistas tendrán que otorgar para mantener ese gobierno endeble que se presentó como provisional y ahora intenta prolongar a toda costa en un baile que incluye populistas y golpistas nacionalistas.

Me atrevo a sugerir a Sergio Martín, Víctor Arribas, Pedro Carreño, Jenaro Castro, Raquel Martínez, Jesús Álvarez y tantos magníficos profesionales purgados que pregunten a Celaá si lo de entregar televisión a Podemos es también un fake. Y eso que la actual administradora única es tan provisional como el gobierno.