WCw oincidiendo con el final del sabath, Israel ha anunciado una tregua unilateral después de llegar a un acuerdo con el gobierno de Washington para garantizar que Hamás no recibirá más armamento por la frontera de Gaza con Egipto. Estados Unidos dotará a las fuerzas de seguridad egipcias de la tecnología más avanzada para que puedan llevar a cabo un control más efectivo de la frontera. De esta manera, Tel Aviv no considera interlocutora ni hace ninguna concesión a la milicia islamista, que había anunciado su predisposición a aceptar el alto el fuego propuesto por El Cairo. También el presidente egipcio, Hosni Mubarak, sale ganando, porque el protagonismo de Hamás daba alas a los Hermanos Musulmanes. Y, por supuesto, gana Tzipi Livni --y en menor medida Ehud Barak, partidario de un acuerdo indirecto con Hamás-- a poco más de 20 días de las elecciones en Israel.

Este es, sin duda, el punto de obscenidad de la actual ofensiva israelí que, después de 1.200 muertos palestinos y de bombardear sedes de la ONU y de otras organizaciones internacionales, declara un alto el fuego unilateral cuando parecen haberse conseguido los objetivos electorales (una mejora en las encuestas del Kadima y del partido laborista para frenar la ascensión del Likud). No es el único motivo de la ofensiva pero sí uno de los más comentados.

Israel esquiva de nueva una resolución de la ONU, que en este caso pedía el fin del conflicto, la retirada de las tropas israelíes y la entrada sin impedimentos de ayuda humanitaria a la franja de Gaza.

En definitiva, todo ha ido a peor. La franja de Gaza seguirá bajo un bloqueo que amenaza con llevar a la población al borde del desastre; el Gobierno de Tel-Aviv se arroga el derecho de volver a atacar si los cohetes de Hamás siguen cayendo sobre Israel; Hamás sale militarmente debilitada pero políticamente reforzada en detrimento de la Autoridad Nacional Palestina y de Al Fatah, que han perdido el poco crédito político que retenían; la división entre Gaza y Cisjordania ya no es solo geográfica sino políticamente irreversible; la ONU --y en buena medida la UE-- ha sido menospreciada por Tel-Aviv y el presidente Barack Obama no tendrá que empezar su mandato con una crisis abierta en Gaza.

Ayer, en Nueva York un periodista tildó de terrorista a Livni. El resultado de esta ofensiva desproporcionada, injusta y sin explicaciones plausibles, parece darle la razón, porque el desenlace final habrá sido la muerte de centenares de palestinos, una población desesperada, aterrorizada y radicalizada, un descrédito de la imagen internacional de Israel y la imposibilidad de avanzar en el camino de la paz.