Fatalidad, esa es la palabra que utilizó, «hay una sensación de fatalidad, pero esta tierra nunca ha funcionado mejor que ahora, ofrece una vida excelente y hay recursos para mantener aquí la gente, si bien hay que gestionarlo» (R. Salaya). Tenía toda la razón, estaba allí sentada, atenta a la presentación del informe sobre Reto Demográfico y Equilibrio Territorial elaborado por el Consejo Económico y Social de Extremadura, y tal vez esperaba una serie de datos catastróficos y una generalización del problema pero nada fue así.

Un estudio completo y riguroso de nuestra región dejaba patente nuestra situación, existe un éxodo rural pero interior de la comunidad autónoma principalmente, el verdadero problema está en el alto envejecimiento y la baja natalidad.

Extremadura es la única región que puede decir que no ha cerrado ningún municipio. Y eso, se debe a unas políticas socialista claras por la apuesta de nuestros pueblos, dotarlos de servicios, el modelo del Partido Popular ya lo conocimos en la legislatura anterior con el cierre de las urgencias rurales y eliminar la total gratuidad del transporte escolar, el desmantelamiento poco a poco del mundo rural.

Tras la exposición del análisis, la consideración de la necesidad de aumentar el nivel de los servicios, y más industria (donde se produzca, se transforme) se expuso : «fue un gran éxito formarles (a los jóvenes) pero falta conseguir que se queden con nosotros».

Ese es el reto: que elijan Extremadura como su hogar, como el lugar donde desarrollar su proyecto de vida. Se puede, se dan las condiciones para ello.

Salí ilusionada del acto, la verdad, la fatalidad se disolvió con la realidad, Extremadura es tierra de futuro y entre todos lo haremos, estoy convencida.

Nunca he entendido la consideración del pesimismo como algo intelectualmente superior, pero es así, el positivismo, a veces, se relaciona con la frivolidad o la simpleza, quizá sea porque se crea que es producto de la ignorancia, sin embargo, considero que de tener conocimiento de la realidad en profundidad, actuar con positivismo es un ejercicio de generosidad y valentía, y sí mucho más difícil, requiere esfuerzo y debe llevar aparejado la voluntad de transformar lo que no guste o no funcione, en cambio la resignación es mucho más cómoda pero siempre pensaré que la negatividad siempre resta, en todos los sentidos.

Y mientras unos trabajan y piensan el futuro colectivo, otros paquí pallá, ¡qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!