TAtl final va a tener razón mi hermana y no comenzaremos a sacar cabeza hasta 2020. Cuando me lo dijo, hace casi tres años, me pareció una exageración. "¡Anda ya! alguien hará antes algo". No podía creer que la cosa fuera para tan largo. ¡Sí, sí! De momento, ya hemos oído una referencia a 2018, hasta donde llegan los pésimos augurios. Unas semanas más, y alguien nombrará el año veinte. Es cuestión de tiempo.

Ya me estoy acostumbrando a la falta de resultados y a la obsesión empecinada con la reducción del déficit, pase lo que pase. Me estoy acostumbrando a que, por más ayudas que les hayamos dado, los bancos no suelten una perra, ni gorda ni chica. Me estoy acostumbrando a que, fuera de las fronteras nacionales, se hable de España como de un molesto enfermo, culpable de su propio mal, y al que, aunque les pese, no pueden dejar que muera. Pero eso si, perrerías todas, las ya conocidas y las que aún nos quedan por conocer, por mucho que la directora gerente del FMI diga, tras el pésimo pronóstico, que no conviene endurecer el tratamiento, que bastante débil esta ya el paciente, no vaya a ser que se les quede entre las manos.

Pues bien, a pesar del peligro de deceso, alguien habrá que nos hará gritar de dolor y nos dejará para el arrastre. Merkel , el BCE, los bancos alemanes, o todos juntos que vienen a ser lo mismo. No hace falta irse muy lejos para comprenderlo. Nos basta con oír a De Guindos para comprender que algo se prepara, si no ahora, para dentro de unos meses. Dice el ministro que no debemos temer ajustes ni medidas adicionales "este año" ¡Ahí está el quid! Es decir, que no nos quepa duda de que el nuevo tratamiento ha sido ya decidido en los círculos teutones, y que, cuando así lo estimen, nos será administrado ¿En 2014?, pues en 2014, pero nos lo pondrán, y así no hay manera de recuperarse. Seguirá España en cama, hasta el dieciocho, o hasta el veinte. Sí. Al final mi hermana va a tener razón.