Ayer fue el ‘Día del Maestro’, y por eso le felicito, no por ser maestro, porque si está leyendo estas líneas, es porque tuvo uno, porque si ha abierto estas páginas es porque alguien le enseñó a leer, le inculcó la necesidad de saber, la inquietud de conocer y la capacidad de utilizar el pensamiento crítico. Sí, el Día del Maestro, es el día de todos y de todas, porque es a ellos a los que les debemos lo que somos, especialmente del resto que no se dedican a la docencia, porque lo que se dice celebrar, poco tenemos que celebrar los maestros, más allá de la única recompensa que nadie nos puede recortar, que usted esté leyendo estas páginas.

Aunque no lo crean, poder atender a nuestros alumnos en condiciones óptimas, concretamente bajar la ratio, fue la primera opción de muchas cuando se les consultó a los docentes en qué invertirían una subida del 5% en el gasto destinado a Educación. Para quien no esté acostumbrado al argot docente, ratio es el número de alumnos por docente. Actualmente la ratio máxima es de veinticinco alumnos en Infantil y Primaria, y de treinta en Secundaria. Pero volvamos al autoflagelamiento vocacional, podríamos haber pedido recuperar casi los seiscientos euros al mes que los distintos gobiernos nos han ido recortando en el último cuarto de siglo, jubilarnos anticipada y voluntariamente a partir de los quince años de servicio, como otros gremios, trabajar menos, aire acondicionado o vaya usted a saber, pero no, un 85% de los encuestados pidieron poder atender mejor a su alumnado, y eso que el sueldo, dentro del nivel y grupo de los funcionarios, es de los más bajos.

Ayer fue El Día del Maestro, pero también lo fue para Rebeca, que sin ayuda de su maestra conseguía terminar el trazo de la ‘m’ y con su perfeccionada ‘a’ regalaba el nombre a su madre; para Miguelito, que acaba de terminar de leer su primer cuento ¡y casi sin dibujos! que orgulloso relataba a su abuelo; para Javier, que retaba a su tío a hacer la vuelta de campana; Margarita, que tocaba sin pitidos la escala en la flauta; Sonia, que con añoranza sabe que es su último año con sus maestros y maestras y quizá con sus compañeros.

Pero decir día del maestro es abarcar a todos los que se dedican a la docencia en todas las etapas de nuestra vida, a nuestros maestros, a nuestros profesores de Secundaria, Ciclos Formativos o Universidad, porque gracias a ellos hoy somos lo que somos y podremos olvidar muchas cosas de las que nos enseñaron, pero siempre recordaremos quién nos la enseñó.

Podremos olvidar el nombre de las nubes, pero no quien nos enseñó a volar entre ellas. Felicidades.

*Maestro.