Ahora que se pone tanto en cuestión la acción de los sindicatos, vaya por delante que con argumentos a veces más que sobrados, habrá que romper una lanza en su favor en el caso de la mina de Aguablanca. El final del encierro de trabajadores realizado ayer en Monesterio pone de manifiesto que, en ocasiones, la acción sindical, la unión y tesón de los trabajadores, y la unidad de todo un pueblo, logra salidas airosas para conflictos que a priori parecen imposibles.

Si se mira el punto de partida, que era la de una empresa diciendo cierro y me voy dando lo que corresponde por ley a los trabajadores, la solución final ha sido más que buena, lo que pone de manifiesto que hay veces en las que la concertación social se consigue si van de la mano todos los entes implicados, en este caso también los gobiernos autonómicos de Extremadura y Andalucía y el propio Ministerio de Industria. Porque no se ha alcanzado una solución definitiva, pero al menos hay una salida airosa para los mineros y, encima, se dispone de un plazo de tres meses para que se pueda buscar otra empresa interesada en hacerse cargo de la explotación. La espada de Damocles puesta sobre la cabeza de los mineros, y también de toda una comarca, se retira un tiempo, lo que permite abrir frentes y lograr que otras firmas puedan llegar a una industria que no está desmantelada y dispone de trabajadores en activo.

Va a ser complicado encontrar quién se haga cargo de Aguablanca, una industria que por otra parte ha llevado riqueza y bienestar a esta parte de la región durante un porrón de años. No hay que olvidar que se trata de unos 400 trabajadores aunque solo 168 de ellos estén en nómina, lo que supone un enorme revulsivo para el comercio y la economía de toda esta zona de Extremadura y Andalucía. Pero una mina es una explotación caduca desde que nace y la legislación permite a las empresas explotadoras, situadas no siempre en España, hacer su tarea durante el tiempo de concesión o directamente abandonarla si la situación del mercado de metales o los costes de explotación no les son rentables. Hacen sus correspondientes trabajos medioambientales de reconstrucción, los justos que les exige la ley, y si te he visto no me acuerdo, adiós. No se les puede atar en suma a un territorio para que mantenga la economía de nadie ni precisan justificar nada, ni siquiera su balance de cuentas. Así funciona el sector y los derechos de explotación.

Quien venga se va a topar con una mina que cuenta con 4 millones de toneladas de níquel bajo el subsuelo, pero que extraerlo es complicado, dado que se ha terminado la modalidad de cielo abierto y empieza la de galerías. Aún no esta lista la Declaración de Impacto Ambiental que lo permite, y aunque el Ministerio de Industria parece empeñado en otorgarla en breve, estarán conmingo que no es un chollo para nadie, más bien lo contrario, meterse en este agujero. Se trata de llegar al final de la vida de la explotación para terminar con ella en apenas tres años y echar el cierre.

No estaría de más, ahora que se dispone de tiempo suficiente, plantear una alternativa para esta zona. Porque sí, hoy tenemos una salida, todos celebramos el fin de un encierro minero con algarabía, y alargamos la esperanza al mes de junio a la espera de que aparezca un salvador, pero en tres años estaremos igual, o mejor dicho peor porque en ese momento no habrá dónde rascar, directamente se habrán agotado las existencias de mineral y ya no habrá nada que hacer. Una mirada a quien corresponda a esta parte de Extremadura no estaría de más, porque ya se sabe que sin empleo los pueblos se cierran y sin gente acaban por morirse.