La desaparición durante 12 días del niño de 8 años Gabriel Cruz, en Níjar (Almería), culminó de manera trágica el domingo con el descubrimiento por la Guardia Civil del cadáver y la detención de Ana Julia Quezada, actual pareja del padre del menor. Aunque 400 personas se movilizaron desde el primer día para hallar al niño desaparecido y hasta 200 continuaron la búsqueda cada día en 400 puntos diferentes (pozos, balsas y descampados, principalmente), al final, como ocurre muchas veces en este tipo de sucesos, la solución al enigma estaba en el entorno familiar. El trabajo callado y eficaz de la Guardia Civil ha resuelto en menos de dos semanas, cuando la investigación parecía no avanzar, un caso que había conmocionado a todo el país. Este lunes, una vez se conoció el desenlace, vecinos de distintas localidades se movilizaron en solidaridad con Gabriel --luciendo lazos azules y pececitos del mismo color--. Ahora cabe esperar que la investigación policial y judicial contribuya a aclarar los detalles del terrible suceso que ha provocado la muerte de un niño de 8 años.

La desaparición de Gabriel y el hallazgo de su cadáver coinciden también con el debate sobre la derogación de la prisión permanente revisable, una cuestión que ha adquirido actualidad después de otro suceso de impacto, la detención hace unas semanas del presunto asesino de la joven desaparecida en Galicia Diana Quer. Este debate se produce ante la próxima decisión del Congreso de revocar ese tipo de condena a iniciativa del PNV y a la que el PP, primero, y después Ciudadanos se oponen.

La prisión permanente revisable es una medida que requiere de un debate profundo -y más la ampliación de casos que propone el Gobierno--, y en principio no parece imprescindible en un país como España, donde la relación de delitos por habitante es baja comparada con otros estados que la prevén en sus códigos penales. En todo caso, no es admisible su regulación en caliente, a golpe de emociones. No con sentimientos desbordados, y con peticiones fuera de lugar fruto de la conmoción, como los que el domingo manifestaron los vecinos de Gabriel ante el cuartel de la Guardia Civil horas después de que se descubriera su cuerpo en el maletero de un coche.