El sistema de financiación autonómica es extremadamente complejo, pero su diseño básico es sencillo. Las autonomías se nutren a través de dos vías. La primera es la de los impuestos que cobran directamente, como el de patrimonio o sucesiones, y la de los impuestos en los que tienen una participación, como es el caso del IRPF. Como esos recursos son insuficientes para costear todos sus gastos, el Estado contribuye con una segunda vía a través de tres fondos, que son distintos porque se nutren y se distribuyen con conceptos diferentes. Con esos mecanismos, la Administración central no solo contribuye sino que equilibra las finanzas públicas de cada territorio con criterios de necesidad y de solidaridad. Es tan difícil conseguir que el sistema sea eficaz, que cada equis tiempo se modifica. El mayor logro de esos cambios es que las comunidades han visto mejorar sus ingresos, aunque no todas las autonomías están de acuerdo con la fórmula. La próxima semana toca reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera y volverán a saltar 'chispas'.