El anuncio del lendakari Ibarretxe de convocar un referendo ilegal para la autodeterminación del País Vasco ha sido un balón de oxígeno para el PP, en un momento en el que los socialistas pisaban el acelerador cara a las legislativas del 2008 con una batería de medidas sociales. El plan de Ibarretxe ha devuelto el pulso político al punto en el que mejor se desenvuelve Rajoy: el debate territorial. Los populares, arropados por toda la trompetería de sus medios afines, se han lanzado a culpar a Zapatero de los planes secesionistas del lendakari. "Con nosotros en la Moncloa, esto no hubiera ocurrido", viene a decir el discurso central de Rajoy este fin de semana. Y, sin embargo, fue durante el mandato de Aznar cuando Ibarretxe lanzó su primer plan. Hubiese sido injusto culpar al entonces presidente Aznar de aquel intento inconstitucional. Como lo es ahora atacar a Zapatero por la segunda tentativa.

Pero el Gobierno sabe que tiene las de perder en el intercambio de golpes con el PP en el terreno de la unidad de España. Por eso Zapatero ha hecho llegar el mensaje de que paralizará en los tribunales y con los medios que haga falta la consulta promovida por el presidente vasco. Ibarretxe solo va a encontrar en la Moncloa firmeza, aunque sin dramatismo, y defensa de la legalidad.

El nuevo plan de Ibarretxe tiene también claros tintes electoralistas. Es improbable que el referendo se lleve a cabo, pero sí que la propuesta le venga bien al PNV para mejorar posiciones en las próximas elecciones vascas. Así cabe interpretar el cierre de filas que ayer escenificaron Imaz y Egibar en el Alderdi Eguna.