La Unesco ha declarado al flamenco Patrimonio cultural de la humanidad. Mas allá de la inevitable parafernalia política que todo esto lleva consigo, intuyo que esa declaración tiene una gran importancia simbólica en cuanto al reconocimiento del valor cultural de un arte tan singular como es el flamenco. Una música diferente a cualquier otra y que, posiblemente, solo pueda ser comparable, en cuanto a su enorme carga espiritual, al jazz, pues como este, el flamenco es la expresión colectiva de un grupo humano que cristaliza en la música una vida de penurias y desamparos, pero que también expresa un irreductible deseo de gozar de la vida, de sobreponerse al dolor, y de reafirmarse en torno a una identidad colectiva más espiritual que política. Ambas músicas fueron en su origen, y son aún, a liturgia de esa comunión espiritual. El jazz es la de los negros americanos, que la heredaron de sus antepasados, esclavos en las plantaciones de algodón de Louisiana. El flamenco, la de los gitanos andaluces, que la crearon, casi coincidiendo en el tiempo, en un rincón de Andalucía, en ese triángulo que forman, en el espacio y en la memoria, el barrio de Triana, en Sevilla, el barrio de Santiago, en Jerez y el barrio de Santa María, en Cádiz, y dentro de él, Alcalá de Guadaira, Dos Hermanas, Utrera, Lebrija, Sanlúcar, con su barrio alto, Trebujena, y muchos otros pueblos llenos de familias gitanas que hacían rejas y alcayatas en fraguas de Vulcano, o recogían uvas y aceitunas por poco más que la comida. Ellos moldearon los sones y las formas que constituyen la esencialidad del flamenco.

XPERO LOS ECOSx de los gitanos andaluces llegaron a los de Extremadura, que vivían en la plaza Alta de Badajoz, en Mérida, en Almendralejo, Zafra, o Villafranca de los Barros, y los convirtieron en jaleos y tangos extremeños, creando los cantes de aquí, que son ya una parte fundamental y esencial del flamenco, y que con toda propiedad, podemos llamar cante gitano-extremeño, en el mismo sentido que Antonio Mairena utiliza el término de cante gitano-andaluz. Su patrimonialidad se fundamenta en esa pléyade de familias gitanas que durante generaciones guardaron con avaricia la gloriosa tradición de los cantes.

Este artículo es para rendir homenaje a esos hombres y mujeres, que son los verdaderos depositarios, junto con los gitanos andaluces y españoles en general, de ese patrimonio cultural. Ellos fueron los que le dieron la vida y lo cuidaron, muchas veces en medio de la pobreza, la indiferencia y el desprecio de aquellos que lo consideraban cosa de gente de mal vivir , mientras genios de la talla de Porrina de Badajoz, tenían que divertir a los señoritos ociosos por cuatro duros con los que alimentar a su familia.

Para José Salazar Molina , Porrina de Badajoz , la voz más preciosa del cante gitano extremeño, es nuestro primer recuerdo, y con él, para su familia; para su hijo, Juan Salazar , uno de los guitarristas con el son más puro: para su hermano Gonzalo , quizás el que mejor cantaba de todos; para su cuñado el Musiquina y para Eugenio de Badajoz ; para sus sobrinos Ramón el Portugués y El Guadiana . De su familia son Azúcar Moreno y Los Chunguitos . También de Badajoz son: El Peregrino , símbolo vivo del verdadero baile gitano masculino, La Marelu , Remedios Amaya y Manuela Carrasco , de las que no hace falta decir nada más que sus nombres; y también Alejandro Vega , (en el recuerdo, su hermano, el Romillero ); y la Caíta , las voces más verdaderas. David y el Nene , guitarristas extraordinarios, y de Badajoz son o fueron otros muchos que no podemos citar aquí, pero que merecen igualmente ese reconocimiento.

Recordemos a la familia de los Verdinos , de Mérida, verdaderos guardianes del nuestro compás. Y a Juan Cantero , profesional y maestro en todos los cantes. A los Fatigas , de Almendralejo, cuyas mujeres cantan a coro por tango como nadie puede cantar en el mundo. En Villafranca, al gran Antonio el Camborio , artista genial y completísimo, y a la Tía Tijeras , legítima representante de aquellas gitanas que de forma intuitiva dominaban los más recónditos secretos de la guitarra. Ahora están los hijos de Rafael Vargas , que vienen empujando con fuerza. En Miajadas a Bernardo Silva Carrasco , El Indio Gitano , increíble cantaó por soleá y seguiriyas. En Zafra, está Inés Salazar , de la familia de Los Tovalos , que canta mejor que nadie por jaleo y por bulerías. También en Zafra nació Juan Antonio Santiago Salazar , aunque todo el mundo lo conoce como Enrique El Extremeño , y que lleva años cantando por medio mundo. En Zafra vive Paco Suárez Saavedra , profesor de música, director de orquesta e incansable divulgador del flamenco. Su esposa, Ana Montaño , posee una de las voces más verdaderas del cante en Extremadura. Y cerrando esta lista en la que solo aparece una pequeña muestra de estos artistas geniales, rindamos homenaje a Miguel Vargas , de Mérida. Sin duda el guitarrista flamenco más genial que ha dado Extremadura, y el más genuino representante de los toques de nuestra tierra. Para todos ellos nuestro homenaje, porque ellos son los verdaderos protagonistas de ese reconocimiento de la UNESCO, aunque los prejuicios, y el populismo de los políticos, quiera ocultarlos. Sin ellos, casi todo lo que se hace hoy en Extremadura bajo el nombre de flamenco no es más que insustancialidad y fingimiento.