Apenas horas después de concluir la Liga, el Real Madrid ha cambiado de presidente sin que los socios se hayan pronunciado. El viejo/nuevo dirigente ha sido proclamado automáticamente al ser el único candidato, y esa circunstancia da perfecta medida de la crisis institucional en la que está inmerso el Madrid: la estrategia y la autoestima del club están tan deterioradas que el universo madridista no ve mejor opción que confiar ciegamente en quien hace solo 39 meses dimitió tras confesar que era un problema para la marcha de la entidad.

Pérez asegura que vuelve porque le resulta inadmisible el grado de deterioro alcanzado por el club bajo la presidencia de su sucesor, Ramón Calderón, e insinúa que aireará las presuntas irregularidades de este en su paso por la dirección blanca. En esta misma línea hay que situar el código ético que la nueva junta ha acordado aprobar en breve para que ningún dirigente del Madrid aproveche el cargo en beneficio propio. En lo deportivo, Pérez va a apoyarse en exfutbolistas de solvencia como Valdano, Pardeza y Zidane para dirigir la entidad. El nuevo mesías del madridismo necesitará además inteligencia, mucho dinero y suerte para hacer frente a la actual hegemonía azulgrana.