Periodista

La casualidad ha querido que el buque anfibio Galicia llegara al puerto iraquí de Um Qasar a la misma hora en que las tropas anglo-norteamericanas entraban en Bagdad y los soldados iraquís huían en desbandada. Ya no hace falta , señala el malicioso que quiere sacarle punta a todo lo relacionado con el papel de España en el conflicto.

Escoltado por la fragata Reina Sofía y el petrolero Marqués de la Ensenada, han sido 19 días de travesía hasta el fondo del golfo Pérsico. No puede decirse que hayan batido ningún récord de velocidad, que tampoco es de lo que se trataba. Lo meritorio es que hayan llegado y esto es justo que se le reconozca. Se ha de tener en cuenta que pocas veces los barcos de la Armada española navegan hasta tan lejos. Lo suyo son las maniobras, a poder ser cerca de la costa. Sin sufrir ninguna emergencia, ahora ha navegado durante casi tres semanas por mares llenos de peligros, con algún temporal y todo, y esto nos debe llenar de satisfacción.

A partir de ahora será diferente. España estará en todas las guerras que declare el presidente Bush y habrá que acudir a mares en los que nunca se ha visto la bandera rojigualda. Dejará de ser verdad aquello que se decía: que la Armada española era la única del mundo que no tenía ningún inconveniente en aceptar oficiales y marinería propensos al mareo. Al Galicia le quedan ahora las tareas humanitarias que le han llevado tan lejos. No hará falta que se convierta en buque-hospital. Mejor. Pero quedan por repartir 14.000 paquetes de alimentos, que han sido preparados según las normas que manda el islam y que excluyen la carne de cerdo. ¡Qué detalle! Como se puede ver, las autoridades españolas están en todo.