Este periódico ha venido publicando en los últimos días informaciones sobre la cuantía de los fondos que la Unión Europea tiene destinados a Extremadura durante el periodo 2007-2013, así como las previsiones comunitarias sobre el desarrollo de la región y las líneas de acción política que contribuirían al mismo. La primera conclusión es que la catástrofe no se ha producido. El pasado año algunos informes sobre la nueva distribución de fondos prevista por Europa destacaban que se produciría un drástico recorte debido a dos circunstancias: España ha alcanzado la renta media comunitaria, y la Europa de los 25 tenía más necesidades que la de los 15 y había que proceder a una redistribución de fondos teniendo en cuenta estas circunstancias, que colocaban en desventaja a regiones como la nuestra. Se aventuró incluso que Extremadura perdería más de 1.000 millones de euros, un tercio aproximadamente de los que había recibido en el periodo 2000-2006. Finalmente no ha sido así: la región recibirá, en el conjunto de los fondos, menos que en el septenio precedente pero se ha evitado el tijeretazo; incluso hay fondos, como los Feder, que tienen mayor dotación que la que tuvieron en el pasado.

Los fondos comunitarios han sido imprescindibles para que Extremadura haya crecido en los últimos años por encima de la media nacional. Pero tienen fecha de caducidad. Bruselas, en un extenso documento en el que argumenta su política de ayudas hacia la región, estima que en el 2013 Extremadura ya no cumplirá las condiciones para ser receptora mayor de fondos, puesto que habrá abandonado el grupo de regiones cuyo Producto Interior Bruto es inferior al 75% de la media europea. Que nadie se engañe: que Europa crea que Extremadura no necesitará de su ayuda en la misma medida que lo ha hecho hasta ahora es una magnífica noticia; que afirme que estamos en condiciones de alcanzar no el 75% de la renta media europea sino el 84,5%, y que del 12% de paro esta región puede pasar a menos del 5% en siete años, es algo que muchos situarán en el terreno de las palabras ilusas, de los eslóganes hueros, pero lejos de ello debería ser tomado como un reto, como un banderín de enganche para lograrlo. Si Europa confía, por qué los ciudadanos extremeños no deberían hacer todo lo posible por devolverle esa confianza?

Fernández Vara ha defendido desde que fue proclamado candidato a presidente que Extremadura debería ir dejando de lado el tiempo --y sobre todo la mentalidad-- en que iba a los sitios con la mano tendida, a pedir. Ahora, cuando se ha conocido la cuantía de los fondos Feder, ha dicho que hay que aspirar a que la región no precise de ayudas, es decir, a que, llegado el caso, no se le ayude. Es una de sus ideas más acertadas, aunque es de las más criticadas en los foros de internet, donde todavía anida el espíritu de los que son cortos en aportar para su país y largos en exigir a su país que aporten para sí. Esta región tiene que creer en sí misma: Europa ha venido a recordárselo indicándole que es posible alcanzar el pleno empleo. La pena es que tenga que venir Europa a decirlo. Los extremeños deberíamos haberlo descubierto antes.