XLxa Historia nos demuestra lo difícil que es ir por delante a gobernantes y políticos, y detectar los cambios profundos que por una u otras razones se producen en la sociedad. Cuando Henry Ford, hacia 1912, inventa el trabajo en cadena y éste se generaliza a todo el proceso productivo, naciendo la producción fordista, casi nadie del ámbito político de su tiempo repara en esta cuestión. Tiene que producirse el crac de 1929, que sume al mundo en una crisis económica muy profunda, para que el fordismo y sus consecuencias fueran objeto de un análisis generalizado. La superación de esta crisis fue muy dramático en todo el mundo, en Europa apadrinó el fascismo y fue una de las causas de la Segunda Guerra Mundial. La revolución fordiana no deja de ser algo muy modesto frente a lo que significan la automatización, en unión sinérgica con la informática y los modernos medios de comunicación. El siglo XXI nace con cambios mucho más profundos en los medios de producción, que los habidos a principios del siglo XX.

El nacimiento y desarrollo espectacular de nuevas potencias económicas como China o India abren puertas a la esperanza por un lado, pero por otro generan incertidumbres respecto a la competitividad y por ende el empleo. Está por ver cómo con una economía globalizada se pueden mantener niveles de vida tan diferentes como los existentes entre el mundo norteamericano o europeo y China, la India o Africa. Estos factores tienen una muy estrecha relación, tanto con la competitividad de las empresas como con procesos de localización o deslocalización de las mismas. A la vista del marco existente, la afirmación de que la situación de la economía que denominamos occidental es delicada, no constituye exageración alguna. Y si esto es así, que lo es, nuestra economía no es la mejor preparada para aguantar tan duro embate.

Aunque parezca una paradoja, no siempre las campañas electorales son el mejor de los tiempos para enterarse y analizar las corrientes profundas de pensamiento de los partidos, pero sí podemos y debemos aspirar los ciudadanos, a conocer al menos las líneas maestras de sus propuestas políticas y entre ellas las relacionadas con el laberinto económico en el que estamos inmersos.

Refiriéndonos a los dos partidos principales, PSOE y PP, tan sólo el programa del PSOE aborda algunos elementos básicos relacionados con esta crisis. El énfasis puesto por Zapatero en la necesidad de aumentar la productividad, junto al notable incremento previsto en las dotaciones destinadas a investigación y desarrollo, son caminos obligados para superar esta delicada situación. Las repercusiones en el mundo laboral que esta nueva situación conlleva, están conduciendo a una extendida precarización del trabajo, pero también a la extensión de nuevas formas de relaciones laborales de obligada regulación. La externalización de los costes empresariales es ya un principio generalizado, que tan sólo tiene las limitaciones de la naturaleza de los propios procesos productivos. Con ello las coberturas sociales pasan a ser de incumbencia exclusiva de los trabajadores, que pasan de asalariados a trabajadores autónomos. Los socialistas sí han incorporado en su programa dos promesas a este respecto relevantes, como son el Estatuto del Trabajador Autónomo y la Ley de Autónomos Dependientes . En cualquier caso, hay mejores soluciones que una nueva guerra mundial, aunque se haga por sucesivos capítulos territoriales.

*Ingeniero