El sindicato CCOO publicó el pasado lunes las conclusiones de un trabajo sobre la cualificación de los trabajadores extremeños y la relación entre la formación de cada uno de ellos y el trabajo que desempeñan...o no. El resultado indica, como cabía esperar puesto que el fenómeno es general, que existen desajustes, que hay miles de trabajadores que se ganan la vida en trabajos de menor cualificación en razón de sus conocimientos; que hay otros, sobre todo los titulados, que no encuentran trabajo acorde con los estudios realizados y otros más que, ante esa perspectiva, eligen antes de buscarlo seguir formándose.

En una región como Extremadura, que todavía está lejos del pleno empleo, y tomada en conjunto, lo más importante es tener trabajo; después tener el trabajo adecuado a los conocimientos, títulaciones y aptitudes del trabajador. Pero eso no quita considerar que un análisis como el que ha hecho CCOO es muy pertinente. Porque una sociedad necesita conocer el patrimonio social (y económico, porque formar a una persona cuesta mucho al país) que está desaprovechando. No solo para calibrar que muchos ciudadanos viven una situación de desencanto, sino porque hay que tomar decisiones políticas para corregir esos desequilibrios. Es un fracaso que un filólogo trabaje de fontanero; o que una maestra o una licenciada en Comunicación Audiovisual no tengan el trabajo para el que se prepararon. Y no porque las ocupaciones que finalmente tengan sean menos satisfactorias, ni siquiera menos lucrativas, sino porque no fueron en las que un día depositaron sus ilusiones de desarrollo personal ni para las que la sociedad ´invirtió´ en ellos.