Se nos ha olvidado demasiado rápido que en mayo de 2014 el sistema de partidos español saltó por los aires; el sistema de partidos es un pilar de todo sistema político y en España no había experimentado cambios relevantes desde 1989, cuando el PP aglutinó el centroderecha. Este segundo gran cambio, con el nacimiento de Podemos y el impulso de Ciudadanos, convierte nuestro sistema bipartidista en un incipiente multipartidismo.

Transformación inédita en cuarenta años que ha provocado la desaparición (electoral) de Equo (el partido ecologista español) y de IU (heredera del histórico Partido Comunista nacido en 1921); además, casi se ha extinguido UPyD, que nació en 2007 para intentar ocupar el centro liberal.

El PSOE, a ojos de muchos españoles, es corresponsable junto al PP de la decadencia de nuestro sistema político, y fue el partido que tuvo que aplicar las primeras medidas de austeridad impuestas desde la UE en 2010. Se podía augurar que el partido sufriría fortísimas quiebras en sus cimientos sociales. Pero los datos dicen otra cosa. Los tres últimos barómetros del CIS antes del cambio en el sistema de partidos (2013-2014) daban un promedio de intención de voto para el PSOE del 26,5%; desde entonces se han publicado ocho barómetros, cuyo promedio ha sido del 23%. Es decir, que el tsunami político tan solo ha provocado un descenso de 3,5 puntos en intención de voto para el PSOE.

El PSOE continúa en el punto de la escala ideológica en el que está situado el conjunto del electorado: entre el 1 (extrema izquierda) y el 10 (extrema derecha), la ciudadanía ve al PSOE en el 4,52 y se ve a sí misma en el 4,72. El siguiente partido mejor situado, Ciudadanos (6,43), está muy lejos. La manida frase "el PSOE es el partido que más se parece a España" es cierta, y no solo en esto, como veremos después.

De las diez franjas ideológicas en dicha escala, el PSOE es dueño absoluto de la franja 4, el centroizquierda por excelencia, sumando casi la mitad de todos los votantes que la habitan; gana también en la franja 3 y es segundo en la franja 5 a pocos votos de Ciudadanos. Es decir, que de los aproximadamente 17 millones de votantes potenciales que suman esas tres franjas (el 60% del total), el PSOE cuenta con un tercio de ellos.

Nominalmente, la ubicación ideológica predominante de los españoles de izquierdas es socialistas (13%) (solo un 2,4% se autodefinen comunistas). De entre los votantes del PSOE, el 42,9% se consideran socialistas, un claro dominio de ese espacio muy lejos del siguiente partido, Compromís (24,4%). También gana en la autodefinición de socialdemócratas (16,2%) sobre el segundo, Ciudadanos (14,2%).

Un dato relevante es que el PSOE es el partido que genera menor rechazo. De entre sus propios votantes de diciembre, solo un 2,6% asegura que nunca volvería a votarle. Entre los votantes de todos los partidos también es el menos rechazado: Un 35% nunca votaría al PSOE frente al 50,3% que, por ejemplo, nunca votaría a Podemos. Pedro Sánchez es el segundo cabeza de lista nacional mejor valorado, a solo un 0,25 de Albert Rivera , que es el primero. De los cuatro grandes partidos, es el líder mejor valorado entre los votantes mayores de 45 años y a Rivera le gana también entre los jóvenes de 18 a 24. También vence a los otros tres líderes nacionales entre los obreros, tanto cualificados como no cualificados.

En intención directa de voto, el PSOE es el primer partido para las mujeres, para las personas de entre 25 y 34 años y de entre 55 y 64, y también en los núcleos urbanos mayores de 400.001 habitantes. Es el segundo partido, tras el PP, en fidelidad de voto declarada (71,7%).

En cuanto al modelo de Estado --tema fundamental ahora-- la mayoría de los españoles prefieren un Estado autonómico como el actual (37,3%) que es, abrumadoramente (50,7%) lo que quieren los votantes del PSOE, con gran diferencia sobre el PP (un 19,7% de cuyos votantes preferirían un Estado central sin autonomías). Es decir, que en esto también es "el partido que más se parece a España".

Todo esto significa que el PSOE sale a las elecciones desde una posición privilegiada para representar al centroizquierda y con datos demoscópicos que demuestran que la estrategia de Pedro Sánchez durante estos cuatro meses ha sido acertada o, al menos, profundamente coherente con la sociología española.

Es cierto que los votantes potenciales de PP, PSOE y Unidos Podemos están casi igualados (en torno a 7 millones) y que todo dependerá de la abstención, el punto débil del PSOE: el 26% de sus posibles votantes se quedaron en casa en diciembre, por un 7% del PP, un 20% de Unidos Podemos y un 22% de Ciudadanos. Con este dato de abstención, es muy difícil que el PP pierda las elecciones, pero los entresijos del CIS le gritan al PSOE su gran fortaleza sociológica. Asumiendo riesgos en campaña y realizando los cambios necesarios, recuperaría fácilmente la solidez para gobernar.