El 8 de septiembre RTVE nos contaba en sus informativos la existencia de la web ‘Quiero un abuelo0. Una mujer decía que sus hijos no tenían pensado procrear, así que «Esto es lo ideal para mí. Yo quiero ser abuela». La web ha conseguido «abuelos postizos» a casi cien familias. Su promotora decía que «cada vez hay más mayores sufriendo soledad (...) los niños prácticamente se crían solos (...) ¿Por qué no juntarlos?».

El 26 de septiembre, La Sexta nos informaba en El Intermedio de los «abuelos sandwich». Según un estudio de la asociación ‘Edad Vivida’, el 73% de los abuelos cuida de sus nietos de forma habitual; al mismo tiempo, el 14% cuida de personas en situación de dependencia. Carmen Blasco, de 63 años, cuida a su nieto de 4 años y a su madre de 97.

Estamos obligados a ir más allá de la literalidad de ambas noticias. «Cada vez hay más mayores sufriendo soledad». ¿Por qué lo damos por inevitable? Una sociedad digna debe colocar a sus mayores en la prioridad de sus políticas, y ya no solo porque lo merecen sino, sobre todo, porque su sabiduría es un bien inapreciable que no debería perderse.

Aquí late un problema ético y un problema político. El problema ético desvela una sociedad sin principios donde las personas son amadas mientras son útiles y desechadas como muebles viejos cuando sus cuidados suponen una carga que desequilibra en favor del sacrificio lo que es un imaginario social basado en el cumplimiento del deseo. El problema político es que las personas mayores se encuentran en el margen de la agenda social, dejándose su atención en un limbo que acaba degenerando en soledad que termina en suicidios, muertes accidentales, enfermedades agravadas y siempre mucho sufrimiento innecesario.

«Los niños prácticamente se crían solos». Un ejemplo es ese nieto de Carmen Blasco, que no puede ser atendido por sus padres, al trabajar los dos en turno de tarde y no tener dinero para pagar a una persona «canguro». ¿Qué harían si no estuviera la abuela Carmen? ¿Cómo es posible que dos personas trabajando no reúnan dinero suficiente para pagar unas horas de cuidados para su hijo? ¿Qué sociedad hemos construido donde damos por hecho que un niño de 4 años no podrá ser atendido por ninguno de sus dos padres?

Aquí se delata toda una problemática asociada a un sistema capitalista que nos ha tomado el pelo y le hemos reído las gracias. La supuesta liberación de la mujer a través de su empleabilidad se ha convertido en una doble esclavitud: la del hombre trabajador pobre que ya existía y la de la nueva mujer trabajadora pobre. Ahora trabajan dos personas por el precio de una, y donde antes un solo sueldo podía alimentar familias de hasta cuatro bocas, ahora dos sueldos llegan de mala manera para una boca. Y eso dando por hecho que los cuidados de esos hijos se abandonan porque hay que trabajar.

Es fácil observar en este análisis social unos signos de deshumanización que serían alarmantes si no estuviéramos entretenidos en banalidades y juegos de salón. Hemos llegado a construir una sociedad donde el gran dios es el deseo (el de ser padres o el de ser abuelos, aunque sean postizos), sin atender a las carencias emocionales, sociales y estructuralmente económicas que subyacen a esos deseos.

Al Estado liberal parece bastarle con entronizar la idea de libre elección, como si una pareja que quiere tener hijos realmente tuviera hoy alguna capacidad de elección que no sea condenarse a sí mismos a ser trabajadores pobres. Desear ser padres o abuelos es legítimo, pero si el deseo no se sustenta sobre condiciones materiales adecuadas, es una trampa que en ocasiones aboca a las familias a situaciones dramáticas. El Estado social debería ser algo más que una estructura burocrática para garantizar el cumplimiento del deseo, sea este el de comprarse un móvil de mil euros, irse de vacaciones a las Bahamas o tener un bebé. Debería crear, primero, conciencia social y, segundo, las condiciones materiales para que la ciudadanía pueda desarrollarse con una verdadera libertad ética de la que ahora mismo se carece por completo. Esta es la realidad de un sistema cogido con pinzas que cualquier día puede caer como un castillo de naipes

* Licenciado en CC de la Información