Jamás soñó Francisco Javier López Iniesta (29-8-1956, Valencia de Alcántara) con la pesadilla que le deparaba el destino apenas unas semanas después de ser nombrado consejero de Desarrollo Rural de la Junta de Extremadura y, por tanto, máximo responsable también de la lucha contra incendios forestales. Sus campos se queman. Aquel pinar de Jola en el que jugó de zagal, en el que paseó con su mujer, en el que crió a sus dos hijos, del que presumió ante medio mundo, primero como vecino y posteriormente como alcalde de Valencia de Alcántara, ha quedado reducido a cenizas. Y así miles de hectáreas de La Vera, Hurdes, Sierra de San Pedro, Jerez,... Desde el viernes no duerme. Y no es por el calor. O sí. Hijo de maestro de pueblo e histórico corresponsal, López Iniesta nunca llegó a irse del todo de la localidad que lo vio nacer. Tras finalizar la licenciatura en Filosofía y Letras, se convirtió en funcionario por oposición libre en 1982. Desde entonces ha sido profesor en el instituto valentino Loustau Valverde y en la Uned. En 1991 accedió a la Alcaldía de Valencia de Alcántara, cargo en el que estuvo hasta este mismo año, cuando no fue candidato en las municipales al perder las primarias en el PSOE con el ahora primer edil, José Manuel Acuña, a quien López Iniesta, resentido, no trató como merecía. Antes de llegar a la consejería, este valentino militante ha presidido la Mancomunidad Sierra de San Pedro-Los Baldíos y la asociación para el desarrollo de la comarca, desde donde dio el salto a coordinador de los grupos Proder de la región de 1997 al 2001. Ahora el desarrollo rural extremeño está en sus manos y su estreno no ha podido ser más duro.